TUMBA DE LOS SIETE HERMANOS (TURBE SEDAM BRAĆE)

Este es el monumento más misterioso de Sarajevo. Este estrecho edificio rectangular blanco, con siete ventanas pintadas en verde, llama contínuamente la atención de curiosos y supersticiosos. De los curiosos porque hay un ataúd visible detrás de cada una de las ventanas. De los supersticiosos, porque se dice que el lugar tiene un poder adivinatorio.

Orígenes. Esta tumba (türbe en turco) debe su nombre a los siete ataúdes expuestos en las ventanas, según dice la leyenda, son de siete hermanos (sedam braće en bosnio). En realidad, se trata de la sepultura de siete hombres sin parentesco, ejecutados y enterrados aquí en fechas diferentes: hacia 1663, un religioso de identidad desconocida; en 1694, dos derviches acusados de robar un tesoro y, en 1697, cuatro oficiales castigados por no haber advertido de la llegada del ejército de Eugenio de Saboya. Si bien no son hermanos, todos tienen en común el hecho de haber sido acusados erróneamente y declarados inocentes tras su decapitación. Y todos fueron enterrados en esta ubicación, que albergaba un cementerio. En 1815 tuvo lugar un extraño fenómeno. Los lugareños afirman que aparecieron unas luces encima de las siete tumbas. Topal Osman Pasha, entonces gobernador de Bosnia y futuro gran visir del Imperio otomano, vino a informarse y constató el mismo fenómeno. En el cementerio, ordenó inmediatamente construir una mezquita (Čokadži Hajji-Sulejman), un tekke (lugar de culto musulmán propio de los derviches alevís) y una tumba en forma de casa donde a partir de aquel momento serían expuestos los siete ataúdes, encima de los cuales se suspendieron siete lámparas. El conjunto, conocido como Jedilerska (derivado del turco yedi kardeş, que significa «siete hermanos»), se convirtió en un importante lugar de devoción en Bosnia. Si bien el nombre turco ha desaparecido en beneficio de su homólogo bosnio, la calle y parte del barrio de Bistrik se siguen llamando Jedileri. En cuanto al tekke, destruido durante unas obras en 1937, su recuerdo también continúa, ya que los habitantes designan todavía la mezquita como un tekija («tekke» en bosnio).

Superstición. Según la creencia popular, si se viene aquí con una pregunta sobre el futuro, se obtendrá la respuesta siguiendo un ritual preciso. Los pasos a seguir son los siguientes. Hay que recitar una oración delante de la puerta. A continuación, hacer lo mismo delante de cada una de las siete ventanas, tocándolas y echando una moneda. Después de introducir la misma suma en las siete ventanas, hay que irse tomando otro camino distinto del que se ha llegado. La respuesta a la pregunta vendrá de las primeras palabras que se oirán pronunciadas por los transeúntes. Corren todo tipo de rumores sobre personas que supuestamente recibieron un mensaje. Como el estudiante que se preguntaba si aprobaría un examen y habría oído que los primeros transeúntes con los que se cruzó pronunciaban la cifra nueve, que finalemente fue la nota que obtuvo. U otra joven que se preguntaba quién sería su marido cuando habría oído a dos personas hablar, una de las cuales decía «me casé con Mahmutovac». Y, como por milagro, en ese mismo barrio cercano a Bistrik habría encontrado y se habría casado con su enamorado. No está obligado a creer en estas historias, pero puede ser una manera de deshacerse de sus últimos marcos convertibles antes de regresar a casa. En cualquier caso, las monedas que se introducen en las ventanas no se pierden, ya que sirven para obras de caridad de la comunidad musulmana.

Tradición. Muchos habitantes de Sarajevo de todas las confesiones tienen la costumbre de venir al menos una vez al año a preguntar a la Tumba de los Siete Hermanos. Este ritual, calificado de pagano, ilustra el arte del komšiluk, la frágil buena vecindad entre comunidades. Hasta la guerra de 1992-1995 era aún más sorprendente. En efecto, la tradición decía que se realizara un recorrido en triángulo entre la tumba, la iglesia católica de San Antonio y la antigua iglesia ortodoxa (véanse las descripciones detalladas de las dos iglesias) para hacer ofrendas en los tres santuarios, cualquiera que fuera su creencia. Esta costumbre era típica de los comportamientos religiosos de la Bosnia y Herzegovina de antes de la guerra, donde las creencias y ritos se mezclaban.