Casco antiguo

Largo do Senado y São Lourenço. El distrito de São Lourenço es la joya histórica de Macao, y el Largo do Senado (o Plaza del Senado) es su centro neurálgico. Esta plaza adoquinada, rodeada de edificios coloniales de colores pastel, encarna el alma portuguesa que impregna la ciudad desde el siglo XVI. Pero si estos edificios son hoy tan llamativos es gracias a un vasto programa de renovación emprendido en la década de 1990, cuando Macao, aún bajo administración portuguesa, se preparaba para ser devuelta a China en 1999. Este colosal proyecto tenía dos objetivos: preservar un patrimonio excepcional y, al mismo tiempo, inscribir la ciudad vieja como Patrimonio Mundial de la UNESCO, lo que se consiguió en 2005. La idea era convertir la ciudad en un puente cultural entre Europa y Asia, una misión que Macao sigue cumpliendo brillantemente en la actualidad.

Los visitantes pasean por sombreados soportales y calles adoquinadas que recuerdan a Lisboa u Oporto, pero con un aire exclusivamente asiático. Tómese su tiempo para curiosear por las tradicionales tiendas de artesanía y souvenirs antes de dirigirse a las famosas ruinas de Saint-Paul. Esta imponente fachada barroca, restos de una catedral jesuita decorada con elementos asiáticos y destruida por un incendio en 1835, es un símbolo único de la tumultuosa y fascinante historia de Macao.

Rua da Felicidade. La Rua da Felicidade, literalmente "Calle de la Felicidad", hace honor hoy a su nombre, pero esconde un pasado sulfuroso. Antaño corazón de los placeres prohibidos, esta calle era conocida por sus burdeles y garitos de juego. Sus fachadas rojas y blancas aún recuerdan aquellos tiempos, pero hoy la calle ha sufrido una metamorfosis. Los farolillos rojos marcan ahora un itinerario gastronómico donde los restaurantes chinos se codean con las pastelarias, esas típicas tiendas de galletas donde el olor a almendras inunda el aire. Aquí se pueden degustar especialidades locales como la famosa sopa de aleta de tiburón o la sopa de serpiente, platos típicos chinos a los que los macaneses asocian virtudes medicinales y afrodisíacas. Las callejuelas cercanas, como la Travessa do Mastro, son el escenario perfecto para las fotografías.

São Lazaro y Santo António. Un poco alejados del bullicio turístico, los distritos de São Lazaro y Santo António bien merecen una visita para conocer un lado más íntimo de Macao. El ambiente es tranquilo, casi meditativo. Pasee por los Jardines Camões, un remanso de serenidad al que los habitantes acuden para hacer ejercicio por las mañanas o para dar de comer a los pájaros. Este parque es también un homenaje a Luís de Camões, el gran poeta portugués que, según la leyenda, escribió en esta ciudad parte de su gran obra Las Lusiadas. El patrimonio religioso de este barrio es igualmente rico: iglesias coloniales conviven con templos taoístas impregnados de incienso. El barrio de São Lazaro es uno de los más auténticos de Macao. Con sus calles adoquinadas y sus casas coloniales de colores pastel, desprende un ambiente tranquilo, a tiro de piedra del bullicio de las atracciones turísticas. Ideal para visitar por la tarde -porque por la mañana está todo cerrado-, São Lazaro se ha convertido en un paraíso para los diseñadores locales. Pequeñas tiendas de recuerdos y artesanía conviven con encantadores cafés, pastelerías y restaurantes.

Macao, de Joseph Kessel. El Macao de los años 50 fue descrito por Joseph Kessel como "una costa blanca y discreta, lánguida, adormecida incluso en su barrio chino, con un encanto que siempre se convertía en embrujo. Era como si una operación mágica hubiera transportado la esencia de Portugal desde las costas atlánticas hasta el extremo de la bahía de Cantón". Una ciudad que "por la forma de sus casas, sus soportales, sus iglesias, cierto andar despreocupado de los transeúntes y su lenguaje cantarín, tenía la tranquila dulzura de los paseos de las ciudades ibéricas de provincias". Sin embargo, el escritor ya se lamentaba de la existencia de dos rascacielos "extravagantes, macizos, fuera de lugar, horribles, devastadores de todas las perspectivas y armonías". Este contraste puede verse aún hoy en el casco antiguo: el deseo de preservar la autenticidad de la zona choca a veces con la creciente influencia del comercio y el turismo de masas. Es un contraste duro, pero que no le ha quitado el encanto a esta ciudad única.

Cotai Strip, Taipa Village y Coloane

Cotai Strip. El Cotai Strip encarna el exceso y la modernidad de Macao. Este bulevar futurista, situado en una franja de terreno creada al rellenar en 1968 el antiguo istmo que unía las islas de Taipa y Coloane, se ha convertido en el templo del juego y el lujo en Asia. Cotai, contracción de COlOane y TAIpa, cuenta con algunos de los complejos hoteleros y casinos más extravagantes del mundo. El Venetian, con sus canales interiores que recuerdan a Venecia, el Londoner que reproduce el Big Ben, el Parisian con su Torre Eiffel y el Galaxy, un auténtico palacio dorado, ofrecen experiencias espectaculares que combinan espectáculos grandiosos, animadas mesas de juego y una gastronomía plagada de estrellas. Unida a la península histórica por cuatro puentes, esta zona ultramoderna contrasta con el encanto del casco antiguo.

Taipa Village. Apartado de las luces de neón, a tiro de piedra del Cotai Strip, Taipa Village conserva el espíritu de un pueblo tradicional. Pasee por sus calles empedradas, donde coexisten puestos de comida callejera, casas coloniales y discretos templos. Pruebe la comida callejera local, como la famosa cecina de vaca. Este contraste con el Cotai Strip ofrece un soplo de aire fresco y una inmersión en la cultura local, aunque los turistas también acuden cada vez más en masa.

Coloane. Coloane, el último remanso de paz de Macao, ofrece un encantador ambiente costero. A pocos kilómetros de los casinos, descubra el pueblo de Coloane y su iglesia de Saint-François-Xavier, o pasee por el paseo marítimo. A los amantes del senderismo les encantarán los senderos del parque natural de Coloane, las playas y los espacios verdes. Y, sobre todo, no se vaya sin probar los famosos pastéis de nata de la pastelería Lord Stow's Bakery, emblema de la isla.
Así pues, entre los recuerdos de Portugal y la efervescencia de China, Macao es una ciudad con mil caras. En parte museo, en parte casino al aire libre, este destino invita a pasear y maravillarse. Una escapada perfecta, entre historia y cambio de aires.