MARCHÉ AUX ANTIQUITÉS DE PANJIAYUAN
Panjiayuan es un inmenso mercado con pulgas bajo un gigantesco hangar, rodeado de pequeños edificios que albergan muebles o objetos más preciados o más corriente como libros o carteles. Las alamedas entre el hangar principal y otros edificios están cubiertas de esteras en las que unos vendedores más modestos proponen un puñado de objetos (a menudo los más interesantes, por cierto). Durante el fin de semana, se tardan varias horas en recorrer metódicamente las alamedas y en la mirada entre los objetos insólitos y los disparates para encontrar al que, de un solo golpe, despierta todos los sentidos del refugio. Y aquí comienza un largo debate con las calculadoras para negociar un precio aceptable para ambos partidos. Encontramos de todo, de la copia de cerámica pasando por el reloj-brazalete de la efigie de Mao, los juegos de mah-jong, los viejos recuerdos de fondo de graneros, y a veces los afortunados desacreditan auténticas piezas interesantes. Pero es cada vez más raro, aunque los vendedores intentan convencerles de que todo es antiguo. Desgraciadamente, y como en muchos lugares turísticos en Pekín, los precios suben y se multiplican a veces en apenas unos meses. El mejor momento para hacer negocios en Panjiayuan está en pleno invierno, mientras que los mercaderes están ansiosos por venderse para volver al calor, o incluso en pleno verano cuando el calor es insostenible bajo los hangares, y los turistas, medio asfixiados, pasan rápidamente.
Si te quedas mucho tiempo en el mercado, debes saber que a ambos lados de la entrada hay muchos pequeños bistrots ambulantes -así como un café- que te propondrán crepes rellenos, sopas variadas o capas de fideos chinas, que suelen ser deliciosas.