PUENTE DEL PUERTO DE SYDNEY

Al final de los Rocks, el Harbour Bridge lleva el tráfico de la ciudad al norte de Sydney (North Shore) a través de la Bradfield Highway, la autopista más corta de Australia (2,4 km). Diseñado por el ingeniero francés Georges Imbault, licenciado en Arts et Métiers, este icono de Sydney se inauguró en 1932. En aquella época, ningún extranjero podía acceder a la dirección de dichas obras. Por ello, Georges Imbault contó con la ayuda del ingeniero inglés Ralph Freeman. El puente ha costado 13,5 millones de dólares, el doble del presupuesto inicial. El reembolso no se completó hasta 1988. También es el puente más ancho del mundo, con casi 50 m de anchura. Para cruzar el puente, además de los seis carriles para el tráfico de automóviles, hay un carril ferroviario, un carril para bicicletas y una acera para peatones. Hay una cabina de peaje automatizada para los coches.

Mirador de pilones. Si no tiene miedo a las alturas, el acceso al Pylon Lookout ofrece una vista extraordinaria de Sídney y su puerto, y más allá hasta las Montañas Azules. El paseo por el puente hasta la torre es bastante largo y hay 200 escalones, pero la vista desde los 87 metros sobre el puerto es impresionante. Al subir, deténgase en el museo con sus 3 niveles de exposición para obtener toda la información sobre la construcción, la historia y el mantenimiento de este mítico puente. Se necesitan nada menos que 80.000 litros de pintura para pintar el puente, que está en constante mantenimiento. ¿Por qué el color gris? El único color disponible en esas cantidades en ese momento