Qué ver y hacer Tallin

En la calle Vene se accede al tribunal de la iglesia católica, contruida en 1844, a un monasterio dominicano que data de 1246 donde vivían los monjes escandinavos que desempeñaban un gran papel en el cristianismo del país. A principios del siglo XIV, una parte de estos edificios se convirtió en hospicio, el museo de la ciudad (Linnamuuseum) reconstituido en una casa de comerciantes del siglo XIV muestra el desarrollo de la ciudad a lo largo de los siglos.

Erigida en 1947, esta sorprendente estatua de un soldado inscrita en su fondo de piedra era originalmente un monumento dedicado a los soldados soviéticos desaparecidos durante la Segunda Guerra Mundial. Durante años, los estonios han considerado este monumento como el símbolo de la ocupación. Al cambiar los tiempos, se modifica el texto que acompaña lo que sigue siendo, sin embargo, un monumento soviético: " A aquellos que cayeron durante la Segunda Guerra Mundial ". Los rusos que viven en Estonia siguen floreciendo un monumento que es para ellos una tumba del soldado desconocido, en memoria de los seres queridos que caen en combate. En abril de 2007, este monumento hizo hablar de él y provocó muchos disturbios. En la noche del 26 de abril, las autoridades estonias comenzaron el trabajo de exhumación e identificación de restos de soldados soviéticos enterrados ante el monumento mémorial Soldado Liberador, en el centro de la ciudad. Para Moscú y para la minoría rusa de Estonia, que representa a una cuarta parte de la población, el monumento simboliza la victoria sobre el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Para la mayoría de los estonios, es sobre todo un recordatorio doloroso de casi 50 años de ocupación soviética del país, que volvió a ser independiente en 1991, antes de entrar en la Unión Europea y la OTAN en 2004. A consecuencia de ello, cientos de personas salieron a las calles de Tallin, la noche del 27, para protestar contra la decisión del gobierno. Casi 500 personas, entre ellas más de 100 menores, fueron arrestadas en nuevos enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los opositores al desmontaje.

¿No tiene tiempo de ir al Parque Nacional de Lahemaa pero quiere visitar una turbera (es casi obligatorio cuando se viaja por Estonia)? Entonces diríjase al distrito de Nõmme, un auténtico pueblo dentro de la ciudad. Una ruta de senderismo de 4 km a través de bosques de pinos y abedules le llevará a las turberas de Pääsküla, un concentrado de naturaleza local. No se pierda la torre de observación, donde podrá contemplar los árboles a vista de pájaro, ni el paseo en zancos por la propia turbera. No olvide su repelente de mosquitos en verano

A orillas del Golfo de Tallin, un poco más abajo que Lennusadam, Noblessner es uno de los nuevos barrios de la ciudad, surgido en los últimos años, lo que no quiere decir que antes no hubiera nada, ya que se trata de un antiguo astillero que data de la Rusia Imperial. Así que no es de extrañar que este barrio esté muy orientado al mar, con grandes explanadas que dan al puerto deportivo. Aquí encontrará el Centro de Arte Kai, la Fábrica de Invenciones Proto (visita obligada para toda la familia), así como bares y restaurantes, entre ellos la famosa brasserie Põhjala.

Rotermanni, entre la ciudad baja y el puerto, fue uno de los primeros emplazamientos industriales rehabilitados en Tallin. Muchos de los edificios datan del siglo ^XIX y se construyeron en torno a los proyectos industriales de Christian Abraham Rotermann, ampliados más tarde por su hijo, Christian Barthold: un molino harinero, varias fábricas, unos grandes almacenes, etc. El barrio se reconstruyó tras la independencia, mezclando armoniosamente el patrimonio postindustrial existente con la arquitectura contemporánea. Es una meca de las compras y el diseño, con numerosos restaurantes y bares.

Pero, ¿qué hacer con los antiguos talleres ferroviarios abandonados? Un complejo dedicado a la creatividad, ¡por supuesto! Telliskivi es un lugar asombroso, una ciudad dentro de otra ciudad donde los vastos espacios albergan galerías, boutiques independientes y bares y restaurantes, cada uno tan alternativo como el siguiente, incluso una destilería de ginebra. Desde 2019, aquí tiene su sede una sucursal del museo fotográfico sueco Fotografiska. Su cafetería es muy acogedora y su restaurante uno de los mejores de Tallin. El arte callejero bien merece una visita.