PASAJE ROVERANO
Esta extraña galería lleva el nombre de sus primeros propietarios, Angel y Pascual Roverano, inmigrantes italianos que abrieron este edificio de dos plantas en 1878. De estilo lujoso y neoclásico, el pasaje refleja la ambición de los dos hermanos jóvenes: altas columnas de mármol, escaleras de piedra, molduras decorativas, vidrieras, carpintería y suelos originales, el edificio era el hogar de despachos de abogados en particular. Desafortunadamente, en 1888, el primer intendente de Buenos Aires, Torcuato de Alvear, planificó la reurbanización y apertura de la Avenida del Mayo. Un buen número de edificios de la época fueron demolidos, pero el paso de Roverano, a pesar de las grandes modificaciones, fue capaz de salvar su piel. Al final de las obras, incluso ofreció acceso exclusivo al nuevo metro, que todavía se utiliza hoy en día. Más grande y más imponente, el edificio recogerá anécdotas: desde el Cardenal Bergoglio (que no es otro que el Papa Francisco), cliente habitual de la peluquería, hasta Antoine de Saint-Exupéry, empleado por la Compañía Aérea Nacional en el segundo piso, este misterioso e histórico pasaje merece un desvío