Este pequeño pueblo de apenas 300 almas merece el desvío por su arquitectura medieval relativamente bien conservada, así como por su paisaje de postal, en medio de viñedos y huertos. La influencia italiana se puede sentir, hay que decir que la frontera está a sólo unos pocos kilómetros. Considerado durante mucho tiempo como un importante centro económico regional, Kojkso perdió su reputación durante el siglo XX. Hoy en día, el pueblo es menos dinámico y se basa en sus cualidades vinícolas y patrimoniales, en particular en sus dos encantadoras iglesias de la Asunción y de la Santa Cruz, que datan de los siglos XV y XVI respectivamente.

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