Qué ver y hacer Sablayan

El arrecife de Apo es el segundo mayor arrecife de coral contiguo del mundo (tras la barrera australiana) y el mayor de Filipinas. Precisamente para sumergirse en el corazón de este magnífico parque natural se viaja a Sablayan. El arrecife está formado por tres islotes, Apo Island, Apo Manor y Cayos del Bajo, rodeados de playas de arena blanca. En la isla de Apo, un faro ofrece una vista de 360 grados, es soberbio. Cerca de 400 especies de peces, entre tiburones, mantarrayas y napoleones gigantes -uno de los peces más grandes, que puede alcanzar los 2 metros-, viven más de 30 años y es uno de esos peces que cambian de sexo durante su vida, nacen hembras antes de convertirse para algunos en machos. Pero además, más de 200 especies de corales viven en este impresionante fondo marino. Situado a 34 kilómetros de Sablayan, se tarda unas dos horas en banca en llegar a Apo Reef. Como Apo Reef está muy expuesto a las inclemencias del tiempo, a veces es imposible llegar, sobre todo en época de lluvias. La mejor época para visitarlo es de octubre a mayo. Apo Reef tiene fama entre los submarinistas de ser uno de los lugares de inmersión más bellos del país. El arrecife de Apo es también un paraíso natural para todos los demás, ya que pasear por las playas de arena blanca de la isla de Apo, observar aves, subir al faro, nadar en las aguas cristalinas o navegar en kayak son formas de encantarse.

En las tierras altas de Sablayan, a través del monte Iglit y el monte Baco, se pueden hacer algunas caminatas bastante extenuantes. Clasificada como parque nacional, esta zona es una importante reserva (al noroeste del monte Iglit) que alberga a la comunidad alangan, otra tribu mangyan y varias especies animales y vegetales, entre ellas el tamaraw, un búfalo salvaje bastante agresivo y difícil de abordar (primo del dócil carabao) que sólo se encuentra en Mindoro.

A quince kilómetros del centro de la ciudad, se puede visitar una prisión sin rejas, similar a la de Palawan, cerca de Puerto Princesa. Los presos reciben un terreno que cultivan en familia. Su actividad artesanal les permite trabajar la madera y el ratán. Los productos elaborados se venden en la región. En el lugar, es posible dar un paseo por el bosque con un preso que también hace de guía. Una experiencia sorprendente que puede ir más allá de la simple curiosidad y convertirse en un verdadero encuentro.