SANTO CRISTO DOS MILAGRES

Es probablemente la más apasionante de todas las fiestas azorianas. Muchos emigrantes regresan a São Miguel cada año para asistir al evento, que tiene lugar el quinto domingo después de Pascua en las calles de Ponta Delgada, más exactamente en São Francisco y en la avenida del Infante D. Henrique.

Se dice que la estatua del Cristo de los Milagros fue ofrecida por el Papa a dos monjas que habían viajado a Roma para pedir una bula papal para construir el primer convento de mujeres en Caloura, en 1530. Bien, una cosa es segura: la persistente amenaza de los corsarios obligó a las monjas a huir a la capital, al convento Da Esperança, construido especialmente para ellas, adonde desplazaron su icono en 1541.

Una vez al año, la famosa estatua es transportada en una procesión que recorre la ciudad sobre alfombras de flores. La primera procesión tuvo lugar el 11 de abril de 1700 bajo los auspicios de la Madre Teresa da Anunciada (1658-1738).

Puede que le sorprenda un detalle: la estatua está lujosamente adornada. Esto es así porque la Madre Teresa opinaba que el lujo era la voluntad de Cristo (según ella, él mismo se lo comunicó en sueños). Aunque la mayoría de los ciudadanos de hoy se sienten orgullosos ante este Salvador fastuosamente engalanado, otros sienten indignación, recordando quizá que Jesús, según los Evangelios, había expulsado a los mercaderes del Templo.
Pero no fue hasta el 17 de diciembre de 1713 cuando este icono se convirtió en objeto de un fervor extremo. Ese día, con la población conmocionada por las sacudidas sísmicas, se organizó una procesión con la estatua. De repente, la estatua cayó al suelo. Y la leyenda cuenta que los temblores cesaron inmediatamente.