CONVENTO DE SAN BENEDICTO
Las monjas benedictinas de Mdina se mencionan por primera vez en 1450, en el emplazamiento de un hospital femenino medieval, que fue ampliado y completamente restaurado en 1625. La orden se rige por normas muy estrictas: las monjas no pueden salir del convento bajo ninguna circunstancia, ni siquiera después de su muerte. Son enterradas en la cripta, y los únicos visitantes masculinos permitidos son el médico y el yesero-pintor cuando se realizan obras. El público puede visitar la capilla contigua, pero las monjas no la abren todos los días; hay que arriesgarse.
Cerca de veinte monjas viven actualmente en este convento, en total aislamiento, dedicando sus días a la oración y al cuidado del jardín. Ni que decir tiene que los turistas tampoco pueden visitarlo.