ZÓCALO

La caída de la capital azteca, Tenochtitlán, en 1521, marcó el inicio de las grandes maniobras simbólicas y arquitectónicas que iban a dejar una huella duradera en el urbanismo mexicano: los templos y palacios de las civilizaciones prehispánicas fueron metódicamente desmantelados y sus piedras recicladas para construir iglesias y edificios públicos en sus antiguos emplazamientos. En Ciudad de México, lo que era el corazón de la capital azteca se convertiría en el centro de la nueva capital de la colonia española. El Palacio del Virrey fue construido sobre las ruinas del Palacio de Moctezuma Xocoyotzin al este de la plaza: es el antecesor del actual Palacio Nacional. La parte norte de la actual plaza iba a albergar la catedral, en parte del emplazamiento del Templo Mayor, cuyas ruinas aún pueden verse al lado.

A partir de finales del siglo XVIII, la plaza fue objeto de numerosas mejoras: nivelación, pavimentación e instalación de fuentes. Se desenterró la famosa Piedra del Sol, que permaneció expuesta en la plaza durante mucho tiempo antes de convertirse en el icono del Museo de Antropología. Fue entonces cuando adquirió su nombre oficial de Plaza de la Constitución, en homenaje a la Constitución de Cadíz promulgada en España en 1812. También se instaló aquí una estatua del rey Carlos IV, que fue retirada tras la Guerra de la Independencia (1810-1821), y que ahora se encuentra frente al Museo Nacional de Arte. El nombre de zócalo tiene su origen en el proyecto de monumento encargado en 1843 por el general Santa Anna para conmemorar la Independencia. Palabra de origen griego y posteriormente latino asociada al calzado que llevaban los actores de teatro de la época, su significado se incorporó al registro arquitectónico para designar la base sobre la que se apoyan los edificios. Y como el monumento al general Santa Anna nunca vio la luz del día y sólo su base circular fue visible durante mucho tiempo en el centro de la plaza, se hizo costumbre referirse a él como el Zócalo. La palabra se convirtió en sinónimo de plaza central en todo el país. Hasta 1878 no se cubrió la base con un quiosco de hierro forjado similar al del Bois de Boulogne de París. En 1914 se arrancaron los fresnos, entonces centenarios, y se rediseñó el conjunto como un jardín con palmeras en los extremos. En 1956, la plaza adquirió su actual aspecto austero: por primera vez en 400 años, se convirtió en un enorme espacio vacío, con sólo el asta metálica que portaba la monumental bandera nacional.

Hoy, el Zócalo sigue siendo una plaza en constante movimiento. Tradicionalmente, cada año el presidente interpreta el famoso Grito de la Independencia ante una gran multitud (generalmente requisada para la ocasión): "¡Viva México, Viva México, Viva México!" Si la plaza es el símbolo del poder ejecutivo nacional y municipal, también está tomada en gran parte por las manifestaciones y numerosas protestas inherentes a la gestión política del país. Las marchas llegan aquí y los más valientes se instalan en campamentos improvisados que pueden durar días y semanas. También se organizan aquí grandes eventos culturales, así como conciertos multitudinarios. Los concheros más tradicionales bailan durante todo el año, recreando un ritual sincrético circular al son de los tambores y campanas que llevan en los tobillos. Los vendedores ambulantes son omnipresentes.