En verano, siempre hay boyas en la terraza. Sin embargo, no se corre el riesgo de ahogarse. El Ródano no está lejos, pero aun así. En los niños es la clase la que está descartada. Es la forma adorable de solicitar tu nombre en la reserva, ya que hay que reservar para no caer en el agua -y te acoges con toda sencillez, como un amigo que viene a comer en casa. Entre los niños, es un tapón hasta la decoración, con un número increíble de objetos heteróclitos que van perfectamente juntos. De buen gusto hay por todas partes, por todas partes. La pequeña terraza estival es un regalo, pero la sala es un refugio donde cada uno encuentra sus puntos de referencia. Nos sentimos bien. Bruno y Patrick son amores que te pican antes, durante y después del servicio, siempre con una palabra amable. En el menú, como en los verdaderos mozos, no necesariamente de lienzos, sino de productos frescos y platos del día que lo son realmente… del día. Es difícil, por tanto, anunciarte lo que se comerá, según la inspiración del mercado y de la temporada, pero inteligente se ha regalado de una Tourte Oriental servida con salsa de menta, sémola y ensalada. Un delirio. La tarta limón, casa por supuesto, en el momento del postre era excelente. Es una mezcla de sencillez y amabilidad.