Es un lugar extraño para una reunión. En esta calle con fachadas ternes, donde nada o casi nada deja entrever un lugar lleno de encanto, se echa en falta la parada de Steff. Stéphane Fernandez está en la calle y sigue hablando sobre la acera con un cliente. Hay que decir que sabe agitar una hermosa sala en la que ha sabido traer a todo el valle de Lyonna. Desde la entrada, las mesas redondas y los sillones profundos, el suelo de hormigón lustrado, las luces dan un tono magnífico a un establecimiento en el que no se toma demasiado en serio al mismo tiempo que hace las cosas en serio. Cada día, el menú se elabora en un pedazo de papel según la inspiración del momento. Hay que decir que Steff gusta buscar y sorprender a su pequeño mundo, que no se cansa de una mesa gastronómica donde se puede saborear un atún rojo preparado de buena manera. De todos modos, al entrar aquí, hay que confiar en el chef (¡y puedes hacerlo!). Entre el restaurante innovador, el bar selecto, el lugar de encuentro moderno… Steff multiplica las gorras siempre con la misma elegancia.