La promesa de un líder de "gran" cara y corazón es sencilla: hacer comer productos frescos a menor coste. Sólo promesa parcialmente después de una comida que tiene más del "concepto" que de la cocina, lo que nos parece un colmo para un restaurante "de chef". Desde nuestra instalación en una sala de decoración minimalista, sólo algunas citas divertidas en las paredes para llamar nuestra atención, una señora viene a "vender" nuestra comida, olvidando citar al famoso "Philippe Etchebest de Top Chefs". Es después de que los problemas lleguen al mismo tiempo que los platos. No cabe duda de la calidad del salmón de piscifactoría ni de la frescura de la carne, pero nada está realmente cocinado, sólo cocido. La salsa Charmelcia, por otra parte sin interés, es olvidada, al igual que el pan, mientras que los cacahuetes del aperitivo acaban de cocinar en el calientalplato que servirá para mantener las patatas fritas (a voluntad). Decepcionante. Y el tártaro se muestra de una increíble "platitud", seca y sin posibilidad de sazonar a nuestro gusto. La otra decepción es el precio. Al final, añadiendo un postre a 6,50 euros -también aquí, un vaquero con sabor de agua no terrible- y una cerveza a 3,90 euros, la comida nos ha vuelto a más de 23 euros sin entrada, sin café (1,90 euros). Sin duda alguna, la gente inteligente esperaba demasiado en una calle de los Marronniers poco conocida por la calidad de estas entidades (hay, sin embargo, botones donde, por un precio igual o inferior, se pueden comer productos frescos y cocinados… Lea y sea inteligente.
Les serveurs sont tops. C’est une Bonn soirée assurée.