LE COMPTOIR DE LA CONFLUENCE
Salir y comer en Confluence no significa que el Fué le invite a recorrer los puentes del Polo de Comercios y de Ocio. Son más bien las calles vecinas que nos interesan, abriendo hacia destinos inesperados. Así, en este ángulo de la calle Smith y de una plaza alrededor de la iglesia Sainte-Blandine, el Comptoir de la Confluence nos lleva a España. La terraza es al menos tan acogedora como una sala en la que te gusta tomarse su tiempo en el mostrador a discutir con la encantadora Haiet. Sí, Haiet, ya cruzada en los Halles de Lyon Paul Bocuse y que creó esta dirección el año pasado para la felicidad de todos los golosos de un barrio que cada vez crece más. Mientras se habla de la sala, cabe destacar que si el mostrador es ineludible, las sillas son magníficas y son una invitación a no volver a levantarse. Y es mejor, ya que hay que tomar todo su tiempo y vivir a la hora española para degustar una carta de tapas realizada con excelentes productos desde el otro lado de los Pirineos. Alrededor de una buena copa de vino español, se pueden compartir tapas de salchicha, lomo o chorizo ibérico, una anchoa sobre tostadas, caviar de berenjena, croquetas de jamón, acérrimo de bacalao, una maravillosa pluma de pata negra, sepia snacké o calamares. Productos de charcutería que también se pueden comprar para llevar. Desde el aperitivo hasta la noche, es donde hay que estar para pasar un buen rato en Confluence. El Comptoir de la Confluence puede ser privatizado para organizar eventos profesionales o especiales. Un mostrador vivo, animado y goloso.