Si todos los museos del mundo fueran similares a este, habría, sin duda, menos tontos en nuestro planeta. ¿Por qué? Porque el acceso a la cultura se convertiría en un placer y no en una tarea. Comer juntos alrededor de una mesa invita a la felicidad, porque el buen humor y la inteligencia deben ser más contagiosos que la estupidez, ¿no? Le Musée es la quintaesencia del bouchon: un lugar vivo y alegre donde se cocina con mucho amor. Y el dueño de Le Musée tiene amor para dar y tomar. Luc Minaire es uno de esos hombres que hacen del mundo un lugar mejor. Panadero de profesión, ha logrado reconvertirse en patrón de bouchon e incluso es en una de las figuras emblemáticas de Lyon desde la adquisición de este lugar mítico de Presqu’île, un restaurante situado en las antiguas caballerizas del Ayuntamiento. Antes era dirigido por tres hermanas apodadas las 6 nalgas (le dejamos adivinar por qué). Un lugar único, con su propia traboule (pasajes que atraviesan los patios internos de varios edificios), que debe visitar en compañía de un simpático patrón que le explicará por qué a Edouard Herriot (escritor francés) le gustaba visitar esta casa.
Si Luc Minaire es un tesoro nacional, todo el equipo de Le Musée está a su altura. Tanto en el comedor como en la cocina, cada uno se esfuerza por interpretar su partitura a la perfección. Cada plato es una pequeña maravilla de delicadeza y sabor. Para que se le haga la boca agua, Luc se sienta en su mesa y recita su rosario gourmet: terrina del chef, paté de cabeza entreverada, terrina de cola de buey, pata y hocico en ensalada y el famoso salchichón brioche por el que venderíamos nuestra alma al diablo. A continuación, una quenelle de lucio, velouté de langosta, una andouillette de cerdo Bobosse à la ficelle, salsa de mostaza, carrillera de cerdo a la lionesa, sesos de cordero a la grenoblesa, un lomo de lechón, una cadera de ternera o bacalao. Para terminar, pastel a la praliné, crème brûlée, mousse de chocolate o pastel de Lyon. Hay copas de vino de la región. Amor y buena cocina lionesa en un marco único, Le Musée, el bouchon de Lyon.
L'ambiance et la décoration pittoresque de la salle laisse penser qu'à tout moment, une mère lyonnaise va y faire son apparition. Le service est exactement celui que l'on attend dans ce type d'établissement, chaleureux et professionnel. La cuisine est tout simplement remarquable, avec une mention particulière pour le saucisson brioché maison, le boudin noir, et la quenelle. Ces restaurants en voie de disparition devraient être inscrits au patrimoine culturel !
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Merci beaucoup @le_musee_lyon