L'HORLOGER DE LA CROIX ROUSSE
A lo largo de las generaciones, el relojero de la Croix-Rousse se ha especializado en la creación y restauración de relojes antiguos. La rareza y la excelencia de su saber hacer le han valido la etiqueta Entreprise du patrimoine vivant.
Historia. Fue en Sauges (Haute-Loire) en 1906 cuando Joseph Simon, el bisabuelo, creó el primer taller que reparaba relojes de la época, pero también máquinas de coser... y bicicletas. Luego se trasladó a Saint-Chamond en el Loira.
A su muerte, su viuda continuó la actividad. Como no quería depender de sus colegas locales para la reparación de relojes, encontró en Lyon a un joven relojero que se convertiría en la referencia en la capital de las Galias: François Branciard.
Mientras tanto, su hijo, Auguste Simon, a su vez formado en relojería, pero no muy atraído por la vida sedentaria, regresa a Jaz, el líder francés en relojería. Se convertirá en su director comercial.
Por lo tanto, fue el nieto, Joseph, quien se hizo cargo de la tienda en 1953, añadiéndole la monumental relojería. Esta nueva actividad le da la oportunidad de llevar a François, muy joven, a los campanarios y mostrarle la magia de sus engranajes, que cuentan 86.400 segundos al día y organizan el ritmo de vida.
El heredero se forma también en la prestigiosa École d'Horlogerie d'Anet, que ha rivalizado con la de Cluses desde principios del siglo XX. Se incorporó a la empresa familiar y durante 6 años continuó trabajando en el banco de trabajo.
Como digno descendiente de Auguste Simon, François también estaba en movimiento y fue para la distribución del tiempo electrónico que abandonó el taller.
A la muerte de su padre, en 1997, instala el taller en el cuarto distrito de Lyon para dedicarse exclusivamente a la restauración de la relojería antigua, ya sea interior o de edificios, y, con un guiño del destino, recibe la visita y el consejo de un relojero jubilado que no es otro que.... François Branciard.
Logros. Relojes portal de Luis XVI a Napoleón I, carteles de Luis XII con ejemplares del siglo XIX, Neuchâtel, religiosos, capuchinos......
Empleo. El taller se movió 4 km y se unió a Caluire. Cien metros cuadrados según los estándares de los fabricantes suizos albergan ahora al equipo de seis personas que restauran, aún con cita previa y sin vitrina, relojes, relojes y relojes antiguos para particulares y museos.