El hotel, soleado por el servicio sonriente y eficaz de Valerie y el respeto de los productos frescos en las manos de Claude, es el lugar ideal para disfrutar de las pausas golosas en el pulgar. La gran selección de sándwiches caseros, de los más clásicos, los más originales, hace la originalidad de la casa donde reina a mediodía un bonito de convivencia entre los fieles clientes atados. Aquí soplan un viento de Italia (Ciabta, panini…) o Norteamérica. (hamburguesas). Desde la escaparate refrigerada, se puede llevar todo, incluidas las ensaladas, bebidas y postres tentadores. Los menos apurados se instalan en la terraza (cubierta en invierno) o en la pequeña sala con paredes vestidas de espejos. En los desayunos matinales, suceden la pausa de café en el mostrador, la hora del té y la "pignote" a cualquier hora con el mar y el paseo de Cagnes reacondicionado para el horizonte.