Esta panadería-pastelería se ha transformado en un salón de té y snack-bar durante todo el día. El mobiliario es de diseño, con colores brillantes, verde y naranja. En el primer piso hay una sala que impide a los clientes sentados ver a los que vienen a recoger su varita. El lugar es muy agradable, con vista a la Plaza de la República. En efecto, es bastante tentador disfrutar de una pastelería con un té de buena calidad (earl grey, frutos rojos, especias, manzana, de 2,10 a 3 euros). El servicio joven y muy amistoso y la avaricia hacen que quieras volver. Bebidas calientes (café caliente) de 1,40 euros a 3 euros. Y desde que Sabrina y Anthony Esnault se hicieron cargo de la panadería-pastelería, la gama de delicias ha crecido. Los trabajos recientes también han permitido colocar el horno de cocción en la planta baja. Tener croissants y pain au chocolat mientras aún está caliente...