MYRIAGONE
En este nuevo café y librería con un sabor muy alternativo, Andréa, el joven propietario, aplica la misma ética a su carta de bebidas que a sus libros. Elecciones propias, en las que priman la calidad y la autenticidad. Aquí no se viene a beber una pinta tras otra (el local no sirve alcohol), sino a saborear deliciosos zumos de fruta recién exprimidos, la mayoría ecológicos, batidos con todo tipo de tentadoras combinaciones, batidos y tés helados caseros en la terraza o en el interior. De hecho, aquí casi todo es casero. "No se trata de dar dinero a las grandes marcas de refrescos", explica Andréa. Aquí no hay burbujas ni bebidas demasiado dulces, y cuando subcontrata, nuestro alter-barman obviamente va a lo local, obteniendo su té de Tencha, una tienda a 30 metros de la suya, y su café de Brûlerie de la Maine, en Étriché. Todo ello acompañado de sabrosos pastelitos caseros: brownies de menta y chocolate, pasteles de limón y jengibre, siempre servidos con la misma sonrisa... Un lugar auténtico, entrañable y poco común.
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