IKEA
Desde la A 31, no puedes perderte el enorme hangar azul y amarillo que sirve de plataforma logística al gigante sueco para todo el Este de Francia. La visita comienza en el primer piso, un recorrido desgastado te hace pasar por una multitud de espacios acondicionados, historia de ver todas las posibilidades, primero los salones, luego las oficinas, las habitaciones, las cocinas, etc. Deberás tomar nota de la referencia de los muebles que te gustan para poder recuperarlos justo antes de pasar en caja. En cambio, en el nivel inferior, los objetos (vajilla, tejidos, lámparas, alfombras, cuadros, etc.) están en libre servicio. Al fin de semana, la tienda está repleta. ¿La receta del éxito? Diseños contemporáneos, sobrios y elegantes que se adaptan fácilmente a muchos interiores, colecciones renovadas en cada temporada y, por último, pequeños precios, que se han hecho posible, entre otras cosas porque los clientes están dispuestos a contribuir: suben por sí mismos los muebles vendidos en el kit. A menos que pagues un suplemento, también se encargan de llevarlos ellos mismos a casa. El parque infantil y el restaurante de especialidades escandinavas hacen de la visita a Ikea una salida apreciada por numerosas familias.
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