En un decorado inmutable, el comedor de una tía María a quien nos gusta visitar, se sirven en particular de planinas ensaladas que, por sí solas, ya son una comida completa o de otros platos simples o más refinados, como la estucrada de Santiago y su salmón a las pequeñas verduras, todos ellos elaborados con un gran saber hacer por Jean-Marco Antonio. El menú que elegimos era copioso y delicioso: una ensalada vosgiana para empezar, una charla sabrosa y su untuosa salsa al chalote, aunque nuestro estómago ya estaba muy limitado, la mousse de chocolate, este postre que concluía nuestra cena, era la nota final perfecta. El servicio, a la vez rápida y eficaz orquestado por la esposa y la hija del generoso cocinero, nos ha dado también ganas de volver a probar otras escapadas gastronómicas.
En résumé, ne manquez pas l'opportunité de savourer un repas dans cet endroit.