CASTILLO DE CONTI
1783. El feudo de la isla, cuna de las familias de L'Isle-Adam y Bourbon-Conti, todavía resuena con los cuernos de caza, el relinchido de los caballos o la música de suntuosas fiestas. Mozart o La Fontaine se habían quedado allí, pero ese tiempo se acabó: el príncipe de Conti, plagado de deudas heredadas de su padre y del trabajo pesado que había realizado en la finca, la vendió a Luis XVI. La Revolución dejó el castillo, aún ricamente amueblado, abandonado. Saqueada, cayendo en ruinas, fue vendida en una subasta. Durante un tiempo albergando una fábrica de cintas, los edificios fueron arrasados hasta los cimientos para dar paso, a finales del siglo XIX, al actual edificio de estilo Luis XIII. El comienzo del siglo XX vuelve a una gloria lejana: la burguesía parisina amarrará sus yates en las orillas del castillo, antes de cenar en el lujoso restaurante que se ha instalado allí. Después de un nuevo abandono, el sitio fue restaurado y reabierto en 2010. Su parque ha recuperado el vigor de antaño y sus instalaciones albergan ahora los servicios del ayuntamiento, así como varias salas para exposiciones temporales de arte.