Restaurante con un ambiente acogedor donde el chef ofrece una cocina original y una carta de vinos.
Muy cerca de la plaza Saint-Augustin, en esta parte del bulevar Haussmann, no se espera encontrar este restaurante. Ambiente acogedor, zona de estar con mesas bajas y grandes cortinas: ideal para degustar los cócteles creados por un experto en la materia. La sala es espléndida con paredes de piedra y parqué acogedor. Las mesas son bonitas, las sillas confortables, pero la mejor sorpresa se encuentra en el plato. El chef propone una cocina original y fina que descubrir sin falta. En entrada, la terrina de foie gras con chutney de higos o la crema de guisantes de guisantes y albahacas son clásicos de la casa que merecen ser probados. Los platos siguen la misma ruta y mantienen todas las promesas anunciadas, como el parmentier de pato con setas o el ratón de cordero confitado: deliciosa. En la sala, el servicio es muy agradable, todo en un ambiente relajado, ideal para pasar un buen rato. Cabe destacar que la carta de vinos presenta buenos frascos extranjeros.
Je n'y ai pas mangé