Dirección con terraza que ofrece platos franceses y orientales, gargantas y sabrosos cuscús y tajines.
No se esperaba menos, un nivel distendido, de una dirección dirigida por marroquíes. En los hornos, dos chefs: uno asignado a los platos franceses y la otra a los platos orientales. Da una carta alta en color que hace honor a las gastronomías de ambos países. Por un precio razonable, se come cuscús y tajines románticos y sabrosos, pastillas en la paloma, como entrecetitas de salsa bearnesa, un magret de pato saltado o un tartare de buey. Por la noche, es un ambiente jazz, puedes tomar una copa, cenar y dejarse llevar por la atmósfera hasta las de la madrugada. La decoración es moderna con cuadros en Delaunay, un techo magnífico con una cristalera clasificada y banquetas donde los cojines arrojados allí y allá aportan la pequeña nota oriental. Aquí todo es realmente franco-marroquí y todo el mundo está allí… La terraza es muy agradable.
Le rabatteur est sympathique mais les serveurs sont extrêmement désagréables.
Nous étions trois et avons commandé à boire le temps qu'une quatrième personne nous rejoigne. Le serveur, voyant que nous ne commandons pas immédiatement à manger (étant là depuis moins de 5min) commence à nous faire comprendre que nous ne sommes pas les bienvenus si nous ne commandons pas à manger immédiatement. L'atmosphère est plaisante mais le service peut être extrêmement désagréable, donc je ne recommande pas.