Dirección con terraza que ofrece platos franceses y orientales, gargantas y sabrosos cuscús y tajines.
No se esperaba menos, un nivel distendido, de una dirección dirigida por marroquíes. En los hornos, dos chefs: uno asignado a los platos franceses y la otra a los platos orientales. Da una carta alta en color que hace honor a las gastronomías de ambos países. Por un precio razonable, se come cuscús y tajines románticos y sabrosos, pastillas en la paloma, como entrecetitas de salsa bearnesa, un magret de pato saltado o un tartare de buey. Por la noche, es un ambiente jazz, puedes tomar una copa, cenar y dejarse llevar por la atmósfera hasta las de la madrugada. La decoración es moderna con cuadros en Delaunay, un techo magnífico con una cristalera clasificada y banquetas donde los cojines arrojados allí y allá aportan la pequeña nota oriental. Aquí todo es realmente franco-marroquí y todo el mundo está allí… La terraza es muy agradable.
Un plat commandé sur deux n’était pas le bon, attente supplémentaire pour recevoir le tajine commandé.
Le porc et les frites étaient trop cuits, le tajine était bon en revanche.
Salle sympa mais authentique cantine à touristes.
Благодарю за всё ????????????????⭐