Una dirección acogedora que ofrece una cocina sincera y los platos locales del chef.
Es un lugar que ha sabido conservar su entorno auténtico y su ambiente distendido sin hacer concesiones en los platos. Nos gusta el marco -al límite del cliché francés "- con los manteles de cuadros y las planchas del bar. El lugar no es de lo más tranquilo, ya que las risas de los comensales y de los servidores están sin moderación. Estamos aquí entre amigos o para hacerse nuevos. Y la persona más popular es sin duda el chef que regala esta alegre asamblea con una cocina sincera y platos de la región: Puerros vinagretas, terrina, huevos mayo, anacillette, pavimentado con pimienta, entrecuda. Se termina con una pastelería casera, de las que nos llevan desde el ojo desde que se empujó la puerta porque se alojan en la entrada. Se llaman de chocolate, millehoja y baba al ron. ¿Y con eso? Un café, una ciruela y la cuenta.
Un symbole du manque de service, du manque de politesse. Le serveur m a dit d un ton très agressif qu il ne voulait pas me servir car je ne prenais pas de plat mais quelque chose de léger. Son comportement était choquant et quel dommage de renvoyer une image pareil de la France et de notre culture!
Mention spéciale au patron qui m’a rembarré quand je lui ai demandé un supplément mayonnaise pour mes frites (qu’il m’a finalement servi en me rappelant qu’on était pas au Mac Do).
Un super moment terminé par un calva offert au moment de payer.