Restaurante con muy buena relación calidad-precio situado cerca del Museo Grévin.
A dos pasos del museo Grévin, Victoria Station atrae por su originalidad. En los trenes de lujo de la década de 30 se puede coger un poco. Bajo una luz tamizada, los vagones Pullmann son cómodos y atípicos. El resultado es agradable y da más intimidad que en una brasserie contemporánea. Ideal para ir a un viaje de sentido, por desgracia tenemos que volver a una realidad menos gastronómica hecha de parrilladas, ensaladas y hamburguesas. Las pizzas son bastante exitosas, aunque lamentamos el reducido número de propuestas. Lo bueno es que te espera una buena sorpresa en la cuenta, ya que la relación calidad-precio es muy honesta para este barrio de París. Definitivamente el tipo de dirección que se guarda bajo el codo para una cena sin pretensiones con amigos o en familia.
Au passage merci à Lamine pour son service et son professionnalisme.