Restaurante que ofrece crudités tradicionales y atrevidos platos a la carta en París.
Un restaurante del que no se cansa. El té se sirve en cuanto te instajes. Sentado en el mostrador, puedes observar al chef virear por encima del grill, especialidad de la casa, a menos que prefieras las mesas en tatapuesto en el sótano que hacen más auténticos y, sobre todo, no se siente la cocina. Puedes contentarte con un bento bien surtido o picante en la carta. La sardina asada a la antigua, preparada al rábano, resulta excelente, una vez que se haya encontrado el ritmo adecuado para adaptarse a los palillos frente a un pez entero. Las tradicionales verduras y miso, servidas en entrada, son originales y deliciosas, al igual que las verduras confitadas y las fresas con leche concentrada que acompañan el plato. Los más valientes podrán dejarse tentar por yakitori audaz a la carta: corazón, croupión, cartílago… Los menos temerarios se atengen a los sashimis, excelentes o a las templargas, muy ligeros.