Lugar romántico en París que ofrece comida china, algunos platos vietnamitas y especialidades de la casa.
La cálida bienvenida de Vai Kuan Vong y de su esposa, originarios de Shanghai, la autenticidad de su cocina y, quizás la posibilidad de cruzar una cabeza conocida (al menos en el libro de oro que hay que consultar absolutamente) hacen de este lugar un lugar mágico y alegre, romántico y refinado. Los bosques y esculturas antiguas, las cerámicas pintadas y las mesas magníficamente elaboradas acaban de convencerte en una decoración del sótano gótico: ha cambiado de época y de países. La cocina es esencialmente china, aunque se proponen algunos platos vietnamitas. La carta es corta, todo es casero y está al mando. Entre las especialidades de la casa se encuentra el auténtico pato lacado en la pekinoise presentado en dos servicios con su increíble piel crujiente, la pularde poularde Bresse lacada por encargo para 2, el filete de buey a la sichuanaise o la ensalada de bar con hojas de loto. Se termina con frescor con el helado de rosquilla o los frutos con caramelo. ¿El secreto del éxito? Una selección meticulosa de las materias primas con productos de excepción del territorio francés: pato de Bretaña, Santiago de la bahía de Brieuc… Cerise sobre el pastel: 700 referencias de vinos… Y la participación del chef en el festival de Cannes 2011, donde esculpió un Buda en mantequilla…