120 CAFE
Café en París que ofrece productos frescos, tostadas, sándwiches club, bagels y bollería casera.
El 120 Café es el resultado de un sueño entre madre e hija: Michèle, la madre, el experto contable pero ante todo experta en el arte de recibir y el arte de cocinar, y Karine, la chica, graduada de la escuela hotelera de Lausana, cae bajo el encanto de Nueva York. Ambas han creado un lugar donde los fanáticos de la cocina de la "gran manzana" siempre se encuentran con placer entre dos acuerdos. Su receta ideal: una variedad de productos frescos, una buena presentación, un gran placer, un poco de ayuda por parte de un gran chef y una sospecha de amor. Todos estos ingredientes combinados dan una sala longitudinal en blanco y negro, dos mujeres sonrientes y platos con nombres conocidos: Nat King Cole para la tartine crotitin de chavignol, tomates semiconfites y orégan; Dean Martin para la tarta de mostaza, coppa de buey, mozzarella, fondue; Lionel Hampton para la tartine del tartare de atún confitado casero. Todas las tartinas se sirven con ensalada verde y ensalada de patatas. A la carta también hay ensaladas como la de Charles Mingus, compuesta por millehoja de tomate y cabra fresca y brick de cabra; bocadillos deportivos como el Norah Jones al salmón ahumado de la Casa del caviar, lechuga y nata fresca. Los platos están en la misma línea (Barry White es una hamburguesa con o sin queso, Amy Winehouse es un escalope de pollo asado, etc.). Sólo los bagels han tomado nombres de ciudad: para el San Francisco es tomate, mozzarella, pesto y coppó de buey. En postre: repostería casera (fundada en manzanas, cheesecake, tiramisu), chofer, queso blanco, fruta fresca o café gourmet. Michèle y su hija proponen también privatizar su sala (de 25 a 50 personas), preparar bufés o brunchs.
Opiniones de los miembros sobre 120 CAFE
Nous avons passé un très bon moment dans un endroit charmant.
Nous reviendrons !
Les tarifs sont corrects et les quantités très satisfaisantes.
Seul inconvénient, le bruit car la salle est petite et des qu’elle est remplie, on ne s’entend plus.
On est dans plus dans une brasserie de quartier de qualité que dans un restaurant Classic.