Restaurante catalán que ofrece platos caseros, pescados y especialidades de la casa
Este restaurante catalán, abierto durante las arañas, hace honor a la cocina del sur, del Roussillon en Barcelona, con un cortejo de platos soleados y sabrosos. En la sala, que puede acoger hasta 70 comensales, el humor está en el bonito fijo, sin ruido. La carta es muy variada, todo es casero y el equipo es español de cepa, el chef, un cocinero fuera de la pareja es el chef de la casa. Para un viaje al sur, comenzamos con una sangría antes de atacar un timbre a la plancha, sabrosa y no caucista. Esperamos con impaciencia y golosinas la continuación entre dos vasos de vinos catalanes bien frutales. Las paellas, catalana y marinerarán, son tanto de allí como de las gambas, de la parillada, de la parillada, de la zarzuela o de los calamares. La especialidad de la casa, bastante rara para ser notable, es el arroz negro con tinta de calamar. Como habrán comprendido, un único viaje a esta dirección no bastará para dar la vuelta a las sugerencias. Para terminar siempre en el sur, una generosa crema catalana, un café acompañado de turrón. El trato es agradable y sonriente, es aconsejable y está bien aconsejado. Los viernes y los sábados, dos guitarristas se invitan a cenar, historia de apoyarlos.
La paella était succulente, de même pour la
Fideùa. C’était intense en saveur et l’accueil était superbe.
L’entrée sepia à la plancha (Calamar grillé) était aussi très bonne.
C’est pas le type de restaurant qu’on vient manger tous les jours mais dès que j’aurais envie de paella, c’est ici que je viendrais.
5/5 pour la cuisine (comme vous pourrez le voir, les photos des plats sont presque vides ;) c’était tellement bon que j’ai oublié de prendre les photos).