Bistró parisino que ofrece cocina familiar y doméstica con una innegable relación calidad-precio.
Es lo que se llama un bistró parisino de barrio, frecuentado regularmente por una clientela de acostumbrados, en un ambiente rústico. La relación calidad-precio es innegable para una cocina familiar, ama de casa pero de buena calidad y platos sólidos. En cuanto a la carta, hay una incomodidad, con nada menos que seis entradas, entre ellas un búho napolitano de berenjena, cabra y tomate, una selección de tres ensaladas, ocho platos, dos quesos y ocho postres. Es difícil no encontrar su felicidad, por ejemplo, con un plato de terrina hecha casera o una simple base de cuchillos de perforación para las entradas, puedes continuar con una red de dorada y sus pequeñas verduras, y por qué no acabar con una crema quemada con un famoso alcohol? ¡A menos que nos demos cuenta de los enormes beneficios! ¡Sí, eso es el 14 de julio! Un ambiente muy acogedor para este lugar que nos gusta, año tras año.
La profiterole était superbe, je la recommande, et le bœuf bourguignon a plu aussi.
En revanche, une réserve sur le confit de canard qui était un peu fade à mon goût.