Dirección parisina que ofrece cocina de estilo bistró, carnes a la parrilla y postres caseros.
Fue en otro tiempo lo que se llamaba un riego. Se vendía limonada y carbón en un ambiente de canción realista y un espíritu muy familiar. A finales de los años 40 y el señor Paul retoman el caso y conservan algunos estigmas del pasado, en particular la cabina telefónica. Daniel Karrenbauer sigue a su vez esta tradición. La sala es clásica: con suelo de baldosa y un gran mostrador en el que reina un teléfono a un ritmo naranja de los años 70, de alto parqué en el suelo, taburetes y sillas de moleskin, mesa con tela blanca. En las paredes de los carteles y fotos antiguas. La cocina combina bien con la decoración, muy bistra: las perritas con largaduras, huevos polado, el barrino negro tibio de Parra, colis de berro, dados de foie gras, la tentación de St Antoine, pie, heno, oreja y cola de cerdo panadas y asadas (una maravilla cuando nos gusta todo en el cerdo) y para terminar la charlotte chocolate con galletas de Reims, crema inglesa. Todo es casa incluso los postres.