Un restaurante de renombre con un ambiente musical oriental, que ofrece una carta bien surtida de cocina abundante.
Detrás de una fachada de color amarillo brillante y una puerta monumental, uno piensa que está entrando en un riad en el corazón de la medina de Marrakech. En el interior, paredes en tonos ocres decoradas con platos de terracota, mesas de centro talladas, mosaicos, pufs, exhibiciones de verduras secas y especias y una atmósfera musical oriental invasiva, pero el cambio de escenario está asegurado. Como la dirección hasta ahora ha sido famosa y el menú bien provisto, hay que tener un poco de paciencia para que se sirvan kemias, mechouis, ladrillos, carne o pescado couscous, copiosos y con sabor. Y seamos claros: este es un restaurante que ha perdido algo. Esperamos el servicio durante mucho tiempo, a pesar de que el lugar estaba casi vacío, y si la comida no era mala, tampoco era inolvidable. Extraño.
Il est situé à côté d'un brunch (où nous avions prévu d'aller initialement) avec une queue qui n'en finit pas. J'étais étonnée que nous ayons été les seules personnes ayant décidé de rentrer dans ce restaurant plutôt.
La devanture nous a attirées et l'intérieur du restaurant est super bien décoré on se croirait au Maroc. Les serveurs supers sympas, la nourriture incroyable.
Et en prime les prix sont vraiment très raisonnables, surtout pour la qu'entité des plats. Bref je recommande et je reviendrai ici si je veux manger de la bonne nourriture orientale.