De este lugar atípico surge un nombre: Raoul Coly. Originario de Casamance, Senegal, aprendió a cocinar a una edad muy temprana, especialmente con su abuela. ¡Y qué cocina! El cuidado de los sabores, entre el pescado y los adobos, en particular, lo conmovió en su infancia. Después de obtener un diploma en Francia, el chef trabajó en varios establecimientos parisinos antes de abrir el suyo propio. De las gambas al tártaro de bar, del pollo yassa al tiéré (un cuscús de carne de vacuno lleno de sabores), con algunos platos típicos de países vecinos como el mafé o el pollo "DG", ¡qué viajes! Es fresco, es excelente, es diferente. La carta se estructura en torno a varios menús diferentes, y los postres (¡no los olvidamos!) son exquisitos. El lugar es cálido, como Raoul. La guinda del pastel (juego de palabras fácil, estamos de acuerdo), usted puede pedir y llevar sus platos con usted. Incluso si no se come en el acto, se quita un buen momento.
Les plats sont bien présentés, mais peu assaisonnés, la viande blanche pas bien cuite, les portions de bananes plantains trop épaisses servies en petite quantités et les boissons alcoolisées pas tip top dommage…
Le Bissap, j'ai connu mieux et moins cher.
Le Rhum arrangé coco moyen et le poulet yassa manque un peu de sauce pour le riz, à l'inverse du poulet DG trop de sauce, manque le riz dommage.
Accueil sympa et bonne ambiance.