Los comienzos
El cine se introdujo en China ya en 1896 a través de los puestos comerciales de Shanghai y Hong Kong. Fue el 11 de agosto de 1896 cuando un operador de los hermanos Lumière organizó la primera proyección cinematográfica de la historia de China, un año después de la invención del cinematógrafo Lumière. No fue hasta 1905 cuando se rodó la primera película china, una grabación de la estrella de la Ópera de Pekín Tan Xinpei. Desgraciadamente destruida a finales de los años 40, la película grababa tres escenas de La montaña Dingjun, una obra inspirada a su vez en la novela histórica Los Tres Reinos.
Durante los primeros años del cine chino, las comedias y los melodramas se sucedieron hasta la década de 1920, cuando surgió una verdadera industria en Shanghai. Fue también en Shanghai, en 1921, donde se rodó el primer largometraje chino, Yan Ruisheng, un drama en parte ficción y en parte documental, inspirado directamente en el asesinato de una cortesana el año anterior. En esta época, los primeros estudios empezaron a producir numerosas películas para un público cada vez más numeroso. En 1928, la película El incendio del monasterio del Loto Rojo causó sensación e inauguró la historia del wuxia, génesis del cine chino de artes marciales.
Al sur, Hong Kong se convirtió en el centro neurálgico del cine regional. En 1925, los hermanos Runje, Runme y Runde Shaw unieron sus fuerzas para fundar la Tianyi Film Company, que más tarde, en 1958, se convertiría en la famosa Shaw Brothers Ltd.. Este estudio y otros fomentaron el desarrollo del wuxia y la ópera cantonesa.
La década de 1930 suele considerarse la primera edad de oro del cine chino. Por un lado, la llegada del sonido propició el desarrollo de películas musicales de gran éxito, como Le Chant de minuit, adaptación de Le Fantôme de l'Opéra (1937) de Gaston Leroux. Por otra parte, esta década también vio la llegada de un cine más político, encarnado por directores como Cheng Bugao(Gusanos de seda de primavera, 1933) y Sun Yu(La carretera, 1934). Centrados en un público más obrero, estos directores llevaron a la pantalla, con gran éxito, la vida cotidiana y las preocupaciones del pueblo chino.
Con la ocupación japonesa, la producción cinematográfica china se ralentizó bruscamente, pero se mantuvo activa gracias a los noticiarios y documentales de guerra realizados por equipos móviles de los diversos estudios. En 1945, la producción se reanudó en Shanghai y floreció hasta la llegada del Partido Comunista. Primavera en una pequeña ciudad (1948), de Fei Mu, es una película imprescindible de este periodo. Tras ser marginada por el Partido hasta la década de 1980, fue redescubierta por el público y la crítica, y hoy se considera una de las películas más importantes de la historia del cine chino.
Del régimen de Mao a la sexta generación de cineastas chinos
A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, el cine de Hong Kong -más libre que el del norte- produjo cada vez más películas, aunque manteniéndose dentro de sus géneros preferidos, ya establecidos antes de la guerra. A las óperas cantonesas se sumaron los melodramas contemporáneos, en los que brilló la actriz y cantante Julie Yeh Feng en los años sesenta. Por su parte, el estudio de los hermanos Shaw creció en tamaño y produjo películas de creciente impacto, a pesar de la creciente rivalidad con la Cathay Film Company, que también producía wuxia, películas de kung fu y dramas a un ritmo de más de 200 películas al año. Al final, fue el estudio Shaw Brothers el que se impuso en la década de 1970, popularizando las películas de kung fu en mandarín con títulos emblemáticos como La mano de hierro (1972), Los verdugos de Shaolin (1977) y Cinco venenos mortales (1978), que se convirtieron en éxitos de culto para el público internacional. Por aquel entonces, el kung fu también vio aparecer a sus primeras superestrellas en la gran pantalla. Bruce Lee, cuya carrera estadounidense no había despegado, llegó a Hong Kong gracias al estudio Golden Harvest, fundado por antiguos ejecutivos de Shaw, y se convirtió en una estrella internacional gracias a The Big Boss (1971) y La fureur de vaincre (1972). Fue también Golden Harvest quien fichó a Jackie Chan, inaugurando veinte años de cine explosivo tanto en la pantalla como en la taquilla.
En China continental, la censura comunista no impidió el desarrollo de una prolífica industria, impulsada en particular por la formación de unidades móviles de proyección que llevaron el séptimo arte a las zonas rurales. Estas iniciativas, encaminadas a proyectar películas que reflejaran los valores del régimen, propiciaron la formación de muchos documentalistas, así como el desarrollo de la animación china, muy popular entre la generación más joven. Sin embargo, la Revolución Cultural frenó esta producción galopante, y el número de películas producidas cayó en picado durante este periodo. No fue hasta la década de 1980 cuando la producción volvió a repuntar, impulsada por la apertura a nuevos cines internacionales que antes habían sido prohibidos por el régimen. En esta época surgió la "quinta generación" de cineastas chinos formados en la Academia de Pekín, de la que Chen Kaige (Palma de Oro en 1993 con Adiós a mi concubina) y Zhang Yimou (Oso de Oro por El sorgo rojo en 1988, León de Oro por Qiu Ju, una mujer china en 1992) son los representantes más conocidos. Destrozado por los sucesos de la plaza de Tiananmen, a este movimiento siguió la "sexta generación", caracterizada por la dificultad de tratar temas sociales censurados por el régimen pero aplaudidos internacionalmente, y el deseo de dirigirse al público chino. Entre estos cineastas se encuentran Jia Zhangke (León de Oro por Naturaleza muerta en 2006, Premio de Guión en Cannes en 2013 por A Touch of Sin) y Zhang Yuan(East Palace West Palace, 1996, Les Petites Fleurs rouges, 2006).
El cine chino de hoy
Es difícil resumir todo el alcance del cine chino contemporáneo. Con una taquilla que, en 2021, se situó en el primer puesto mundial por delante de la de Estados Unidos, el país y sus múltiples industrias han sabido ganarse a su población con grandes espectáculos que les son propios. Junto a estas superproducciones -o no-, déjese seducir por la diversidad de este cine, que cuenta ya con más de 86.000 pantallas.