Demografía bajo presión
La población china se divide ahora casi a partes iguales entre las zonas rurales y los centros urbanos, lo que refleja un proceso de urbanización en curso. Esta migración interna, motivada por la búsqueda de oportunidades económicas, está alterando los equilibrios territoriales. En el sur, por ejemplo, grandes metrópolis como Guangzhou (Cantón) y Shenzhen, con densidades superiores a 1.000 habitantes/km2, atraen cada año a millones de trabajadores de las zonas rurales. Este movimiento está transformando los paisajes urbanos e impulsando la economía, pero también está ejerciendo presión sobre las infraestructuras, los recursos naturales y la vivienda.
En las provincias rurales de Guangxi y Yunnan, en cambio, la densidad de población desciende a veces por debajo de los 10 habitantes/km2. Estas regiones aisladas, vaciadas de sus jóvenes generaciones, se encuentran pobladas principalmente por ancianos, lo que refleja un pronunciado declive rural. Esta dualidad entre crecimiento urbano y declive rural constituye un reto importante para las autoridades, que se esfuerzan por reequilibrar el desarrollo territorial y garantizar los servicios sociales a toda la población.
La rápida urbanización, que ha aumentado la proporción de habitantes de las ciudades hasta casi el 60% de la población total, encarna tanto el dinamismo como las tensiones del desarrollo chino. Shenzhen, por ejemplo, ilustra esta espectacular transformación: antaño pueblo de pescadores convertido en centro económico mundial, la ciudad se enfrenta ahora a los retos de la superpoblación, la gestión de residuos y la contaminación. Estos contrastes reflejan la magnitud de la transformación demográfica del país y los numerosos retos a los que se enfrenta para mantener un desarrollo armonioso.
Evolución de la natalidad
El rápido envejecimiento de la población en el sur de China ilustra los profundos cambios sociales que se están produciendo en el país. La política del hijo único, introducida en 1979 y levantada en 2015, ha alterado profundamente la estructura demográfica al limitar los nacimientos. A pesar de la relajación de las restricciones, con la autorización de dos hijos en 2015 y tres en 2021, la tasa de natalidad sigue disminuyendo. En 2022, se registraron menos de 10 millones de nacimientos, una cifra muy baja en comparación con los 18 millones de 2016.
Este descenso puede explicarse por varios factores. El elevado coste de la educación y la vivienda disuade a muchas familias de tener más de un hijo. Las presiones laborales, sobre todo para las mujeres, combinadas con un cambio de actitud que da más valor a la calidad de vida, refuerzan esta tendencia. Además, las parejas urbanas suelen favorecer un estilo de vida basado en el éxito profesional. El matrimonio y los hijos ya no están de moda entre la generación más joven.
El gobierno chino intenta invertir esta tendencia con políticas de incentivos. Se han introducido subsidios financieros, permisos parentales ampliados y ayudas a las familias jóvenes. Sin embargo, el impacto de estas medidas sigue siendo limitado, ya que luchan por compensar las limitaciones económicas y sociales.
El descenso de la natalidad, combinado con el envejecimiento de la población, representa un reto importante para la economía y los sistemas sociales. La disminución de la mano de obra activa podría frenar el crecimiento económico, mientras que la creciente necesidad de asistencia sanitaria y pensiones ejerce presión sobre los recursos públicos. China se encuentra, pues, en una encrucijada demográfica.
Minorías étnicas
El vasto y diverso sur de China es una región donde conviven la mayoría han y una riqueza única de minorías étnicas. China, con sus 56 grupos étnicos, alberga a casi 120 millones de personas pertenecientes a estas comunidades minoritarias, concentradas principalmente en las provincias de Yunnan, Guangxi y Guizhou. Viajar por esta región es descubrir un mosaico cultural de historias, lenguas y tradiciones a veces milenarias. Sin embargo, el impacto de la modernidad y el turismo está transformando a veces estas costumbres, por lo que la conservación de este patrimonio es una cuestión crucial. Estos pueblos, aunque minoritarios, desempeñan un papel esencial en la identidad de la China contemporánea.
Una notable concentración en Yunnan. A menudo se considera que Yunnan es el corazón palpitante de las minorías étnicas de China. Esta provincia, donde las minorías representan casi el 38% de la población local, alberga 25 grupos diferentes. Entre los más destacados están los yi, los bai y los dai.
Los yi, con 4 millones de habitantes, se concentran principalmente en las prefecturas de Chuxiong y las zonas montañosas. Son famosos por sus coloridas fiestas y danzas tradicionales. No muy lejos, los bai, que viven en los alrededores de Dalí, son conocidos por sus trajes blancos y sus canciones inquietantes. Las mujeres bai, a menudo ataviadas con coloridos boleros, perpetúan una artesanía de rara delicadeza, desde el bordado hasta la cerámica delicadamente trabajada.
Los dai, que viven en las prefecturas de Xishuangbanna y Dehong, viven en armonía con los ríos. Construyen casas sobre pilotes y practican el budismo Theravadin, característica que comparten con sus vecinos de Laos y Tailandia. Su cultura, marcada por la danza y el canto, ilustra una rica vida comunitaria. Su calendario, diferente del de los Han, marca el ritmo de sus fiestas y ceremonias, a menudo relacionadas con la naturaleza.
Además de estos grandes grupos, otras minorías como los hani, los lisu y los wa tienen costumbres muy variadas. Las prácticas agrícolas de los Hani, en particular las terrazas de arroz de la región de Yuanyang, están reconocidas como patrimonio mundial por la UNESCO. Símbolo de la interacción armoniosa entre el hombre y la naturaleza, estas terrazas arroceras son testimonio de un saber hacer ancestral transmitido de generación en generación.
La diversidad de Guangxi y Guizhou. Guangxi, región autónoma, es el bastión de los zhuang, la minoría étnica más numerosa de China. Con 15 millones de miembros, los zhuang están repartidos por toda la provincia y perpetúan tradiciones musicales y lingüísticas únicas. Sus aldeas, a menudo enclavadas al pie de colinas kársticas, ofrecen panoramas espectaculares. Las "canciones de las colinas", canciones tradicionales interpretadas en festivales, reflejan una cultura en la que la música desempeña un papel central.
Los dong y los miao se concentran en zonas montañosas. Los dong, famosos por sus "torres de tambor" y puentes sin clavos, son la encarnación de un genio arquitectónico excepcional. Sus estructuras, a menudo construidas para conmemorar acontecimientos históricos o religiosos, son lugares de reunión en las aldeas para celebrar ceremonias. Los Miao, por su parte, fascinan con sus trajes ricamente bordados y sus imponentes tocados. Estos últimos, a menudo adornados con plata, simbolizan la prosperidad y la identidad tribal.
Guizhou, por su parte, es tierra de festivales. Las "bodas de los cien pájaros" y las celebraciones miao atraen a miles de visitantes cada año. Con 16 minorías presentes, esta provincia es un lugar de descubrimiento para cualquiera que desee conocer ritos ancestrales y una cálida hospitalidad. Los pueblos dong y buyi perpetúan tradiciones culinarias únicas, en las que el arroz glutinoso y los licores caseros desempeñan un papel central.
Minorías en Guangdong, Fujian y más allá. Aunque dominada por los han, la provincia de Guangdong es también notablemente diversa. Los yao y los li, por ejemplo, ocupan zonas aisladas y conservan prácticas culturales distintivas. Los dialectos locales, sobre todo el cantonés y el hakka, enriquecen el patrimonio lingüístico de la región. Los yao, con sus impresionantes tocados, transmiten tradiciones orales y cantos rituales que marcan su vida cotidiana.
En Fujian, los hakkas son famosos por sus tulou, viviendas comunales circulares, auténticas fortalezas donde aún hoy viven familias enteras. Estas estructuras, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, son una gran atracción y un testimonio de su ingenio. Los rituales familiares dentro de los tulou, a menudo centrados en los antepasados, refuerzan los lazos intergeneracionales.
Retos actuales. A pesar de esta riqueza, las minorías étnicas del sur de China se enfrentan a numerosos retos. La rápida modernización y urbanización han provocado migraciones masivas a las grandes ciudades, en detrimento de las aldeas tradicionales. Al mismo tiempo, la estandarización cultural amenaza las lenguas y prácticas ancestrales. Los jóvenes, atraídos por las promesas de la vida moderna, abandonan a veces los dialectos y costumbres locales. Para contrarrestarlo, están surgiendo programas de conservación cultural, como la promoción de las lenguas minoritarias en las escuelas.
Notable diversidad lingüística
El sur de China es una zona de gran riqueza lingüística. Además del chino mandarín, lengua oficial, el cantonés está muy extendido, sobre todo en las provincias de Guangdong y Guangxi, y por supuesto en Hong Kong. Esta lengua muy melodiosa, con sus ocho tonos distintos, contrasta con el mandarín, que tiene cuatro. La pronunciación de palabras multitonales presenta especiales dificultades para los extranjeros, ya que diferentes entonaciones pueden cambiar completamente el significado de la misma palabra. Otras lenguas regionales, como el fukien en Fujian y el hunanés en Hunan, completan este paisaje plural. Muchas minorías conservan sus propios dialectos e incluso sus propios sistemas de escritura, como la escritura pictográfica dongba de los naxi, una rareza cultural.
El idioma oficial es el que nosotros llamamos "mandarín", que los chinos denominan putonghua ("lengua común") o hanyu ("lengua de los han"). Para fomentar la alfabetización en el país, Mao Zedong impuso una simplificación de la escritura: a partir de 1956 se simplificaron unos 100 caracteres, y el experimento se amplió después a más de 500. Hong Kong y Taiwán, en cambio, siguen utilizando caracteres no simplificados, lo que dificulta la lectura de los periódicos locales a un chino de la República Popular China.
Los caracteres chinos, estandarizados bajo el primer emperador Qin, se han mantenido estables a lo largo de los siglos y forman una lengua escrita común a todos, aunque la pronunciación varía de una región a otra. El pinyin, sistema de transcripción fonética adoptado en 1958, ayuda a los estudiantes extranjeros a dominar el mandarín, a pesar de la complejidad de los tonos. Esta diversidad lingüística refleja tanto la rica historia como las variadas identidades que hacen del sur de China una región tan fascinante.