Bahréin, tierra del Islam

Bahréin, tierra del Islam: oficialmente, el 99,8% de los ciudadanos bahreiníes son musulmanes. Pero si tenemos en cuenta a toda la población que vive en el archipiélago -formada en gran parte por trabajadores inmigrantes-, esta proporción desciende a cerca del 70%. Entre el 70% y el 75% de los bahreiníes nativos pertenecen al chiísmo, la rama del Islam que reconoce al yerno del Profeta, Alí, como su verdadero sucesor. Siguen las enseñanzas de los ayatolás y tienen sus propias fiestas y tradiciones religiosas, algunas muy diferentes de las del islam suní.

Esta mayoría chií se explica por la historia del archipiélago, que estuvo bajo dominación persa durante mucho tiempo, en los siglos XVII y XVIII. Coexistió con una élite suní, descendiente de tribus de la península arábiga. La familia Al Jalifa, que gobierna Bahréin desde 1783, es suní. Esta diferencia religiosa entre una gran parte de la población y sus dirigentes políticos y militares alimenta regularmente la tensión y la frustración. Fue uno de los factores que desencadenaron el levantamiento de 2011.

Sunismo y wahabismo

Aunque los al-Jalifas son suníes, algunos observadores los asocian también con el wahabismo, movimiento rigorista fundado en el siglo XVIII por el predicador Muhammad Ibn Abd al-Wahhab. Rechazando toda innovación fuera del Corán y la Sunna, esta escuela del Islam, a menudo considerada radical, prohíbe la invocación de santos y rechaza toda representación religiosa. Según esta doctrina, para ser un buen musulmán hay que vivir como en la época del Profeta. El wahabismo está vinculado desde hace tiempo a Arabia Saudí, a través de una alianza entre el poder político de los Saud y las autoridades religiosas.

En Bahréin, las mezquitas siguen un estilo arquitectónico sobrio. Siempre están orientadas hacia La Meca, con un mihrab -nicho en la pared que indica la dirección de La Meca-, un minarete desde el que el almuédano llama a la oración cinco veces al día y un minbar (púlpito) donde el imán pronuncia sus sermones. Los fieles se lavan las manos, la cara y los pies en un estanque especial, generalmente fuera de la mezquita.

Los cinco pilares del Islam

La práctica del Islam se basa en cinco pilares: la profesión de fe(shahada), la oración ritual(salat), la limosna legal(zakat), el ayuno durante el mes de Ramadán(sawm) y la peregrinación a La Meca(hajj). En Bahréin, la oración forma parte omnipresente de la vida cotidiana: en casa, en las mezquitas, pero también en los centros comerciales y aeropuertos, que disponen de salas especiales para no perderse ni una de las cinco oraciones diarias. El Ramadán es un periodo central en la vida religiosa y social. Durante un mes, los fieles se abstienen de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales desde la salida hasta la puesta del sol. Al anochecer, se rompe el ayuno degustando platos tradicionales con la familia y los amigos. Después se ajustan los horarios de trabajo, y todo el país vive principalmente de noche. El Eid al-Fitr, que marca el final del Ramadán, es una de las mayores celebraciones de Bahréin: a veces se hacen regalos y se organizan comidas gigantescas.

Otra fiesta importante es la Ashura chií, que conmemora el martirio del imán Husein, nieto del Profeta. En esta ocasión, se organizan procesiones y los creyentes se visten de negro en señal de luto. Estas celebraciones, muy visibles en los barrios chiíes de Manama y Muharraq, recuerdan que el Islam bahreiní es profundamente plural.

Preservar la libertad religiosa

Bahréin garantiza oficialmente la libertad religiosa. Esta diversidad religiosa es posible gracias a la presencia masiva de trabajadores inmigrantes del subcontinente indio, Filipinas y África Oriental. En las calles de Manama se encuentran templos hindúes, gurdwaras sijs, iglesias cristianas de todas las confesiones e incluso una sinagoga.

Los cristianos representan alrededor del 14% de la población residente, en su mayoría filipinos. Pero una pequeña comunidad de cristianos árabes vive en el archipiélago desde hace generaciones: unas mil personas, adscritas a la Iglesia de Oriente. La primera misión cristiana europea data de 1896. Desde entonces, se han construido varias iglesias, entre ellas la del Sagrado Corazón, fundada en 1939 para los católicos, y la catedral anglicana de San Cristóbal. Todos los días se celebran misas en varios idiomas: inglés, tagalo, hindi y, a veces, francés.

Los hindúes tienen varios lugares de culto, entre ellos el antiguo templo de Krishna de Manama, situado en pleno centro de la ciudad. Diwali, el festival de las luces, se celebra allí cada otoño. Del mismo modo, los escaparates de los centros comerciales se engalanan con adornos navideños a partir de diciembre, a pesar de que la fiesta no está reconocida oficialmente.

La comunidad judía más antigua del Golfo

Bahréin destaca también por la presencia de la única comunidad judía aún activa en las monarquías del Golfo. Instalados en el siglo XIX, estos judíos iraquíes han vivido periodos de tensión -sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial-, pero siempre han conservado su sinagoga en Manama. Hoy reducida a un puñado de familias, la comunidad goza de total libertad de culto y mantiene estrechos vínculos con la monarquía. Una de sus representantes, Houda Nonoo, fue incluso nombrada embajadora de Bahréin en Estados Unidos entre 2008 y 2013, convirtiéndose en la primera mujer judía embajadora en un país árabe.

Un Islam arraigado en la sociedad

En Bahréin, la religión marca profundamente la vida cotidiana. El Estado apoya a numerosas organizaciones benéficas a través del Fondo de Zakat y Caridad, que recoge donaciones voluntarias para redistribuirlas entre los más desfavorecidos. Esta forma de impuesto religioso sigue siendo muy respetada por los bahreiníes de todas las confesiones. En un reino donde las tensiones religiosas nunca están lejos, la religión es a la vez un marcador de identidad y un factor de estabilidad... y a veces la causa de profundas desavenencias en la sociedad.