Entre el mar y el desierto
Mar y desierto, así se podría resumir la geografía de Bahréin en dos palabras. Este archipiélago de treinta y tres islas se encuentra a 28 kilómetros al este de Arabia Saudí y a unos veinte kilómetros al norte de Qatar, en pleno Golfo Pérsico. La isla de Bahréin ocupa el 83% de la superficie total del país. Está dividida en tres gobernaciones. La Gobernación Norte, muy urbanizada, alberga la capital, Manama. En ella se encuentran los principales palmerales del país y numerosas pequeñas ciudades residenciales. La gobernación del Sur alberga Riffa, donde reside el Rey. El extremo sur del país es desértico y está, en sentido estricto, deshabitado: sólo las torres de perforación petrolífera sobresalen del paisaje. En el corazón del desierto se encuentra el punto más alto del país, Jabal ad Dukhan, a 134 metros sobre el nivel del mar. Al noreste de Manama, separada por un brazo de mar, se encuentra Muharraq, la segunda isla más grande del Reino y su última gobernación. Antaño capital, Muharraq conserva un encanto más tradicional que su vecina Manama. Aquí se encuentra el aeropuerto del país.
A la conquista del mar
Tras la urbanización masiva del norte del país y la alta densidad de Manama, el Reino emprendió un vasto plan de conquista de tierras junto al mar. Se calcula que el 10% de la superficie total del país está formada por terrenos artificiales. Bahréin ha desarrollado varios proyectos de islas artificiales, concebidas para albergar zonas residenciales de lujo. Primero fueron las islas Amwaj, al norte de Muharraq, cuya construcción comenzó a principios de la década de 2000. Hoy, el desarrollo de estas islas artificiales está muy avanzado, y ya hay hoteles y residencias de alta gama en ellas. La proximidad de las islas Amwaj a la capital y al aeropuerto ha permitido que este proyecto atraiga a muchos inversores en busca de paz y tranquilidad. Pero el proyecto de mayor éxito hasta la fecha es sin duda la recuperación de la bahía de Bahréin, al norte de Manama. Con sus rascacielos, su centro financiero internacional y sus dos puentes de autopista que la conectan con el centro de la ciudad, Bahrain Bay pretende ser el nuevo escaparate del Reino. En cuanto a Durrat Al Bahrain, en pleno sur del país, sigue siendo el proyecto de isla artificial más ambicioso del archipiélago. Compuesto por quince atolones (cinco de ellos con forma de pez), Durrat Al Bahrain alberga cientos de villas de ultralujo, con piscina privada y acceso directo a la playa, así como todas las comodidades modernas: restaurantes, supermercados, instalaciones de ocio, etc. Pero también es el proyecto que más retrasos ha sufrido: varias de estas islas siguen desiertas, y este faraónico complejo inmobiliario parece a veces bastante vacío.
Una cadena de islas desiertas
Las demás islas del archipiélago están casi todas deshabitadas; en su mayoría, no son más que rocas o bancos de arena al ras. Otras son mucho más grandes, como las islas Hawar, a 19 km al sur de Bahréin, cerca de la frontera qatarí. Las islas Hawar son objeto de disputas territoriales entre Qatar y Bahréin, aunque están completamente desiertas: los únicos edificios que hay en ellas son un palacio real, una comisaría de policía y un hotel. No obstante, albergan una abundante fauna y numerosas aves migratorias, según la estación. La isla de Umm an Nasan, situada entre Arabia Saudí y la isla de Bahréin, es propiedad exclusiva del Rey. Transformada en reserva natural por el monarca Hamad bin Isa Al Jalifa, lamentablemente está cerrada al público. Al norte de Umm an Nasan, la isla de Jidda, antigua colonia penal del país, es propiedad del primer ministro, el príncipe Jalifa bin Salman Al Jalifa. También está prohibida al público. Al sur de Muharraq se encuentra Sitra, una isla reservada a actividades industriales, y a pocos kilómetros de la costa está la isla de Al Dar, destinada a los turistas. Todas estas islas conforman un territorio rico y diverso, realzado por las aguas turquesas del mar circundante. El mar circundante se llama simplemente Golfo de Bahrein. Su magnífico color se explica por la ausencia de fondos marinos profundos, con profundidades que rara vez superan los 20 metros.
Un subsuelo rico en hidrocarburos
Puede que Bahrein tenga pocos recursos naturales en la superficie, pero su subsuelo alberga la verdadera riqueza que ha forjado su historia moderna: el petróleo. En 1932, el archipiélago se convirtió en el primer país del Golfo en descubrir la materia prima que iba a moldear la historia de la región, en el yacimiento de Jabal ad Dukhan. Su nombre, que significa "montaña de humo", hace referencia a las nieblas de calor que surgen de esta región desértica. Alrededor del yacimiento aún se extienden torres de perforación a lo largo de varios kilómetros.
Pero hoy en día, uno de los principales activos del reino son sus reservas en alta mar, situadas en el golfo de Bahréin. El yacimiento petrolífero más importante explotado es Abu Safah, un yacimiento offshore al oeste del archipiélago, cuya producción se comparte con Arabia Saudí. Este yacimiento offshore suministra una parte importante del petróleo explotado por el país e ilustra la dependencia de Bahréin de su poderoso vecino. Más recientemente, en 2018, el país anunció el descubrimiento del yacimiento offshore Khaleej Al Bahrain, frente a la costa occidental. Este yacimiento, situado en aguas poco profundas, podría contener una de las mayores reservas de petróleo y gas de la región. Pero el subsuelo del país ofrece algo más que petróleo. También contiene gas natural, que desempeña un papel clave en su economía. La mayor parte de este hidrocarburo procede de yacimientos situados bajo la plataforma continental del Golfo, que el Reino sigue explorando en busca de nuevos recursos.
A pesar de sus inversiones en hidrocarburos, las reservas de Bahréin disminuyen año tras año. Por ello, las autoridades del país intentan desarrollar una economía menos dependiente del petróleo y el gas. El principal sector afectado es el turismo. Y para atraer a viajeros de todo el mundo, el Reino puede sacar partido de sus ventajas geográficas: ¡desiertos salvajes, playas inmaculadas y aguas turquesas!