Sitios arqueológicos artesanales científicos y técnicos para visitar Zambia

Este complejo de cuevas (12°13,939'S, 31°08,693'E) alberga unas magníficas pinturas rupestres san. Los dibujos son bastante sencillos, de color negro, y representan motivos geométricos, figuras humanas y animales (elefantes, antílopes). Las excavaciones realizadas en la década de 1940 demostraron que el yacimiento había estado ocupado de forma intermitente durante unos 15.000 años. De hecho, todos los elementos necesarios para la supervivencia estaban presentes: agua del río cercano, una cueva para refugiarse, leña para hacer fuego y caza en abundancia.

En el sur del parque, los manantiales de Gwisho, situados a lo largo de una falla geológica, están rodeados de exuberante vegetación. El agua, de 1 km de profundidad, sube por convección y su temperatura oscila entre 60°C y 90°C. Contiene altos niveles de sodio, cloro, calcio y sulfato. Las excavaciones en el yacimiento de Gwisho han revelado más de 30 tumbas y esqueletos gwisho, así como numerosas puntas de flecha de cazadores. Más al oeste, las mujeres de los pueblos de los alrededores acuden a menudo a los manantiales de Bwanda para lavar su ropa.

Estas rocas reciben el nombre de "piedras tambor" por el eco que producen al ser golpeadas. Para la población local, este lugar sagrado era un rito de iniciación para los jóvenes. Se decía que las personas que se negaban a creer en ella no volverían a salir. Todavía es costumbre que los viajeros saluden a las rocas antes de proseguir su camino. Cerca, un enorme baobab, cuyo tronco hueco puede albergar a varias personas, se considera un árbol mágico que protege a los viajeros de los animales salvajes.

En la cima de esta colina hay una hermosa vista del parque, pero lo más importante es que se llega a ver los restos de un yacimiento arqueológico de la Edad de Hierro que es Monumento Nacional. Este yacimiento parece ser uno de los más antiguos del sur de África y algunos de los hallazgos se exponen en el Museo Livingstone. Habitada desde el siglo ^XII por antepasados tonga que recolectaban sal de los manantiales y la comercializaban en los mercados. Hasta que los aldeanos fueron desalojados por los ganaderos de Lochinvar.

Esta asociación representa a unos 3.500 artesanos de la Provincia Occidental y pone a la venta su producción de tallas de madera, metalistería, tejeduría y cestería. Esta última es especialmente atractiva. Las cestas y los cestos de la región se cuentan entre los más finos de África, ya que los artesanos han heredado las ancestrales técnicas de tejido utilizadas por los pescadores para fabricar sus redes. Los precios son razonables y todos los beneficios de la venta de los artículos se donan a las comunidades locales.

Para visitar la mina a cielo abierto más grande de África (y la segunda del mundo), necesitará un permiso de la oficina minera situada al final de Fern Avenue (abierta sólo los días laborables). La mina, en forma de media luna, tiene 11 km de largo y cubre casi ^{30 km2}. La parte más profunda del pozo alcanza los 400 metros, ¡un agujero enorme! La explotación comenzó en 1955 y se excavaron nueve pozos sucesivos. La perforación continúa con técnicas cada vez más avanzadas que permiten profundizar más y más.

Este enorme árbol de la especie Afzenias es un emblema de la ciudad, cerca del centro. Superviviente de la época colonial, se convirtió en un símbolo del comercio de esclavos, que se negoció a la sombra de sus hojas en la década de 1880. Los traficantes de esclavos suajili, los más famosos de los cuales eran Chipembere, Mwalabu y Chiwala, venían aquí a comprar esclavos. Intercambiaban prisioneros capturados principalmente durante la guerra con los mambundu de Angola. Después eran deportados a la costa swahili del océano Índico y vendidos a traficantes de esclavos árabes que explotaban el comercio de seres humanos desde la isla de Zanzíbar, en Tanzania, entonces bajo el dominio del sultanato de Omán. Después fueron enviados principalmente a la Península Arábiga y, en menor medida, a las colonias del Océano Índico (Mauricio, etc.) hasta la década de 1900, cuando Zambia, bajo protectorado británico, abolió la esclavitud. Aunque los británicos trataron de interceptar los barcos negreros con destino a América ya en la década de 1850, era muy difícil controlar el opaco comercio que se desarrollaba en las profundidades de la sabana zambiana, lo que supuso una ventaja durante décadas para los comerciantes swahilis asentados en la región. Además, los árabes siguieron embarcando esclavos ilegalmente incluso después de que los británicos tomaran el control de Zanzíbar, ya que era fácil enviar barcos de noche sin que se notara su presencia.

Una señal indica la ubicación de estos enormes troncos de árboles del periodo Karoo, hace unos 150 millones de años. Uno de los muchos encantos de Kariba son los misteriosos bosques de árboles muertos (en su mayoría mopane y caoba) que se alzan cerca de la orilla. Sumergidos bajo varios metros de agua, estos vestigios de la flora ancestral elevan sus ramas por encima del lago y forman un paisaje tan insólito como encantador. Son los supervivientes de la vasta campaña de tala que se llevó a cabo en más de 1.000 km² antes de que se formara el lago. También se salvaron de la crecida de las aguas, que fue demasiado lenta y gradual para provocar su caída, pero durante mucho tiempo fueron motivo de preocupación para los ecologistas de la región. Predijeron que, a largo plazo, los árboles perjudicarían al ecosistema en desarrollo... ¡Pero ocurrió todo lo contrario! En los años 70, las investigaciones establecieron que los árboles sumergidos eran un soporte favorable para el desarrollo de decenas de especies de vertebrados y algas. Una fuente de alimento providencial que contribuye a mantener un nivel muy alto de peces en el lago. Además de su belleza salvaje, los árboles de Kariba representan un verdadero interés ecológico. Hay que añadir que sirven de percha a multitud de aves acuáticas (garcetas, garzas, cormoranes, martines pescadores y águilas pescadoras...) a las que les gusta venir a anidar en sus ramas desnudas.

Las cataratas están situadas en el río Luombe. En realidad es una combinación de tres cascadas. Mutumuna, el primero, es el más bonito con su caída de 20 m de altura; el segundo, Keyela, es una sucesión de rápidos; el tercero, Chishimba, cae en tres etapas en el cañón de piedra. Las cataratas se utilizan como generador para una central hidroeléctrica, pero la instalación no estropea la belleza del lugar, que según los lugareños está habitado por espíritus. Hay una zona de acampada y hermosos paseos por la selva tropical que rodea las cataratas.

Se trata de un paraje natural muy bonito, adecuado para pasear o descansar, con instalaciones básicas para los campistas y en el que merece la pena darse un refrescante baño. A 120 km al norte de Mpika, en dirección a Chinsali e Isoka, girar a la izquierda y continuar 6 km (10°44.998'S, 32°00.284'E). A continuación habrá que pagar una entrada de unos pocos dólares para llegar a la orilla del río Lubu, que fluye en una serie de rápidos y cascadas. En una distancia de 500 m, el desnivel es de 40 m, y la cascada más alta alcanza los 5 m.

Situados en la finca de Shiwa Ngandu, a 20 km de la mansión, estos manantiales de aguas cristalinas y borboteantes son un magnífico lugar de baño rodeado de exuberante vegetación tropical. Es un sueño hecho realidad en el caluroso y polvoriento monte. Como un remolino natural, el agua caliente burbujea desde una parte poco profunda del río Manshya. Los alrededores del manantial ofrecen hermosos paseos por las colinas. La colina Nachipala Bareback es un gran macizo de granito con un panorama impresionante, al que subió el propio Dr. Livingstone en su viaje por Zambia. El camino hasta el yacimiento requiere una corta caminata de una hora. En la cima, un montículo de piedra marca el lugar donde, en su último viaje en 1867, Livingstone tomó medidas con la brújula en su último intento de encontrar la fuente del Nilo. También es posible descender el río en balsa en las cataratas de Chusa, 10 km río arriba de las fuentes.

En 2011 se descubrieron pinturas rupestres san (antepasados de los bosquimanos) a unos cientos de metros de las aguas termales. Aunque se carece de información científica precisa sobre estas pinturas, parece que datan de la Edad de Piedra, al igual que muchas de las pinturas rupestres de la zona, de las que parecen muy similares. Los lugareños saben dónde están, tendrás que pedir indicaciones para localizarlos.

Una de las atracciones más conocidas de la capital, pero todavía un pueblo de compras para turistas. Construido en las décadas de 1930 y 1940 por el gobierno colonial para alojar a trabajadores negros, el pueblo contaba entonces con más de 300 chozas. La mayoría fueron demolidas en los años setenta y hoy sólo quedan unas 40, conservadas como patrimonio cultural y hogar de artistas y artesanos. Tras un periodo de declive, el pueblo ha sido rehabilitado con la ayuda de la cooperación alemana. Aquí se puede ver trabajar a los tallistas, que ofrecen todo tipo de objetos de madera a diversos precios (el regateo es obligado). Madera pintada y tallada, especialmente máscaras de toda la subregión africana, cestería, batiks, instrumentos musicales, ropa de cera, chitenges (tejidos tradicionales), cuencos, baratijas, etc. Además, el pueblo acoge espectáculos de danza tradicional (miércoles, viernes, sábados y domingos) y hay un restaurante en sus instalaciones. Algunos artesanos llevan décadas en el pueblo. Nos gusta tanto el pueblo artesano como la variedad de recuerdos que se pueden llevar. Encontrará un resumen de la artesanía de cada región, muy útil para hacer su elección final. Es un buen lugar para visitar antes de volver a casa y encontrar muchos regalos que llevarse. Tómate tu tiempo para negociar los precios y no te agotes quedándote demasiado tiempo, ya que estarás muy ocupado.

Fundado en 1991, Tribal Textile es un proyecto de turismo de comercio justo que genera una verdadera ganancia económica para las comunidades locales en una región donde escasea el empleo. Parte de los beneficios generados se reinvierten en el desarrollo de una escuela comunitaria. Todos los alojamientos del parque pueden organizar la excursión. Entre el parque y el aeropuerto de Mfuwe, no se pierda la visita a este taller de batik, sin duda el mejor recuerdo que llevarse de Zambia. Podrá ver a decenas de artesanos locales fabricando los batiks. Todos los batiks son 100% algodón y están hechos totalmente a mano. Los colores brillantes se elaboran a partir de pigmentos naturales de semillas y flores. Antes de ser pintados, los motivos, inspirados en el monte (flores, animales...) y en las distintas tradiciones del pueblo (símbolos, bailarines, guerreros...), se dibujan con una solución de almidón. Cada pieza producida es una creación única que lleva la firma de su autor; algunas requieren varios días de trabajo. Tras pintarlas, las telas se meten en un horno para fijar los colores, luego se lavan, se secan y, por último, se cosen y planchan. Así se fabrican muchos artículos: fundas de cojín, manteles, tapices, bolsos... Utilizados a menudo en la decoración de albergues y restaurantes, se pueden encontrar en muchas tiendas del país, pero a precios más elevados que los que se cobran aquí.