Los más bellos parajes naturales por descubrir Camerún

En la carretera nacional que va de Melong a Nkongsamba, hay que tomar el desvío que sale a la izquierda a la altura del pequeño monumento pintado de azul y rosa con una estrella. Cerca de una casa, la pista atraviesa campos de café y de maíz, y bordea casas un tanto extrañas. El mal estado de este camino de apenas cuatro kilómetros no permite circular a mucha velocidad. Como prolongación del valle (se necesitan veinte minutos para llegar al sitio), el camino conduce hasta un claro donde se comienzan a oír los ecos de las cascadas. La entrada a las gargantas está señalizada por dos postes. El camino continúa entre las paredes que se van estrechando y acercando. Luego se abre un gran claro y se escucha el sonido de la cascada. Se han construido unos escalones que permiten llegar hasta el agua. Ligeramente adentrada en la selva, observaremos enormes ceibas con raíces gigantescas. También se han acondicionado pequeñas pasarelas de hierro que facilitan cruzar los lechos de los ríos. La cascada, que sirvió de escenario para el rodaje de algunas escenas de la película Greystoke, con Christophe Lambert, es impresionante, sobre todo al final de la temporada de lluvias, cuando el caudal del río se duplica.

Las cascadas de Ekom, situadas en el río Nkam (que sirve de límite natural entre la provincia del Litoral y la del Oeste), caen desde una altura de ochenta metros sobre el bosque tropical, en el corazón de una vegetación densa y exuberante. El acceso a las mismas es bastante sencillo, pero ahora hay que contratar los servicios de un guía. Seguro que le explicará que cada año, para evitar la mala suerte, se sacrifica un animal, lo que reduce significativamente el número de accidentes en el entorno de las cascadas. Recuerde también protegerse contra las hormigas, porque pican, y los mosquitos, muy numerosos aquí; no se recomienda ir en pantalones cortos ni en manga corta, a menos que quiera servirles de aperitivo. Después de la visita, le recomendamos hacer una parada en el Millenium para saborear un exquisito pollo preparado como en casa.

Hay que escoger bien la estación. Lo mejor es ir cuando el caudal es máximo, es decir, durante la temporada de lluvias (de septiembre a noviembre); entonces el espectáculo es magnífico, ya que no verá solo una embocadura, sino una magnífica cascada ruidosa de más de cien metros de ancho. Desde lo más alto, el río parece tomar impulso para unirse a las aguas saladas del golfo de Guinea en medio de una cala. Se puede remontar el río en piragua durante varios kilómetros y adentrarse en territorio pigmeo. El bosque alberga numerosos monos y aves; por lo que respecta a la aldea pigmea, es un poco decepcionante ya que con el tiempo se ha convertido en una atracción para turistas.

El acceso al lugar es muy fácil desde que la estrecha pista cedió su lugar a una buena y lisa carretera, por lo que las bonitas playas de Grand Batanga han sufrido mucho. Hay que actuar con celeridad antes de que el puerto se convierta en la única atracción «salvaje».

A unos cincuenta kilómetros al este de Ngaounderé, en la carretera (o más bien la pista) de Bélel, las cascadas de Tello merecen una visita. Ofrecen el gran espectáculo de una cascada de 45 m de altura, detrás de la cual se esconde una vasta cueva a la que se puede acceder por el lado de la catarata. Un bukaru le permite observar las cataratas y hacer un pícnic con tranquilidad. En la temporada de lluvias, mejor ir en todoterreno.

Poco conocido por los turistas, este paraje natural merece una visita. Se puede pasear por las impresionantes gargantas rocosas que se extienden por unas tres hectáreas, conformando en bello paisaje. Un imprescindible en los alrededores de Garua.

De fácil acceso, las cascadas del Vina, a unos quince kilómetros de Ngaounderé, en la carretera de Meiganga, son menos espectaculares que las de Tello, pero aún así pueden ser objeto de una pequeña excursión para disfrutar de la vista panorámica, el paisaje y la calma del lugar.

Se accede desde Mbalmayo siguiendo la carretera de Ngomedzap y después la de Mvengue. Se encuentra cerca de la carretera, a unos diez kilómetros antes de llegar a Mvengue. Esta cueva es bastante famosa en el país y un paraje natural que merece la pena visitar. Muy ancha y profunda, esta gran cavidad puede acoger a un centenar de personas.

Las cascadas de Ngo Njok Lipo ostentan el nombre de una mujer que vivía en el lugar y que, según la leyenda, tenía poderes ocultos. Aquí se arrojaba antiguamente a las personas acusadas de brujería.

Creada en 1932, se extiende a lo largo de la costa sobre una superficie de 160000 hectáreas. Aunque no tenga tanto interés como las grandes reservas naturales del norte o el Parque Nacional de Korup, puede ser una excursión agradable, a solo una hora de Edea, para los amantes de la naturaleza y de los bosques pantanosos… siempre que eviten la temporada de lluvias, soporten el clima y estén bien equipados contra los mosquitos. Con un poco de suerte, se pueden ver manatíes y cocodrilos.

La provincia de Adamaua es rica en cuevas interesantes. Podemos mencionar la de Hosseré de Tchoubal, en la región de Tibati, donde es posible hacer vivac (muy fresco); las cuevas de Damougaré, antiguo refugio del pueblo koutine, y las cuevas de Nyem Nyem, situadas en la cima del monte Djim, cerca de Galim-Tignère, y que sirvieron de refugio al pueblo nyem en su lucha contra los alemanes. Estos acontecimientos se siguen recordando cada año con diferentes conmemoraciones.

Destacar también las zonas de producción artesanal de miel de Bawoua y Ngaoundal, donde es más fácil llegar en tren; las cuevas de Damougaré, en la carretera y a veinte kilómetros de Tignère, lugar de sacrificio de los koutine; Mbella Assom, un lago de cráter situado a un kilómetro del pueblo de Assom. En el lugar se ha construido un albergue para acoger a los aficionados a los deportes acuáticos y a los admiradores de los hipopótamos, al que se accede por una pista construida por el Ministerio de Turismo. 

Hay un manantial de aguas termales en la carretera de Mayo a Baleo. Su agua tiene la peculiaridad de manar a una temperatura de 70 ºC. 

Por último, en la carretera de Garua, puede detenerse en el gran Parque Nacional del Benue o acercarse a la reserva del Faro y al Parque Nacional de Boubandjida, de más difícil acceso.

Para los amantes de las cascadas que aún quieren más (y que disponen de tiempo suficiente), pueden ir a Bougoui, en la frontera con la República Centroafricana, en la carretera que va de Meiganga a Bocaranga, ya en el país vecino.

Se necesita un buena jornada de coche para llegar hasta allí desde Ngaounderé, pero el espectáculo de estas cataratas que se precipitan desde una altura de más de cien metros es inolvidable.

Las cascadas de Béni, situadas junto al pueblo de Bam Boum, no son muy impresionantes (solo veinte metros de altura), pero el paisaje que las rodea merece una foto.

Situado en la carretera de Garua, a unos diez kilómetros del centro de la ciudad y cerca de la universidad, se extiende por varias hectáreas. Aunque se está secando, los mbum y los sara siguen pescando en sus aguas. En las décadas de 1980 y 1990, se podía ver el espectáculo cotidiano de los hipopótamos saliendo del agua hacia el mediodía y a las 17 h para alimentarse.

Situado en la meseta del Vina, el lago del mismo nombre (a veces llamado también Mayam) es un lago de cráter que figura en el programa de circuitos turísticos clásicos. Alberga hipopótamos y cocodrilos, por lo que es inútil llevar el traje de baño.

Situado a unos veinte kilómetros al oeste de la ciudad, el Mbalang es un bonito lago volcánico con una pequeña isla arbolada en el centro.