Cementerios y monumentos conmemorativos para visitar Muntenia

Este inmenso cementerio es el equivalente al Père Lachaise de París. Fue creado en 1858, en terrenos cedidos por el barón Barbu Bellu. Es un lugar tranquilo, inmerso en el verdor, realmente agradable. Uno tiene la sensación de pasear por un bosque en el que se han dispuesto algunas tumbas. Entre las tumbas figuran las de personalidades como Mihai Eminescu, poeta nacional, y el dramaturgo Ion Luca Caragiale. Están enterrados junto a miembros de ricas familias locales, que competían por construir las tumbas más bellas, como el imponente mausoleo de Cantacuzènes.

Todavía hay tres cementerios judíos en Bucarest. Uno, sefardí, está cerca del cementerio de Bellu, al otro lado de Piața Eroii Revoluției. Otro cementerio sefardí se encuentra más al sur, en el distrito de Giurgiului (șoseaua Giurgiului, 62). Con unas 40.000 tumbas, es el más grande. Aquí se ha erigido un monumento a las víctimas del pogromo de 1941 perpetrado en la capital. Por último, el cementerio de Filantropia (bulevardul Mihalache, 91) está reservado a los judíos asquenazíes. Fundado en 1865, contiene casi 30.000 tumbas. También alberga un oratorio.

Este cementerio contiene la tumba de Nicolae Ceauşescu, situada en el lado izquierdo. Su esposa Elena está enterrada cerca. No muy lejos está también su hijo Nicu, que murió de cirrosis en 1996 tras una vida de libertinaje. Sus tres tumbas están permanentemente decoradas con flores e iluminadas con velas por los nostálgicos de aquella época. El cementerio también tiene una sección militar, donde descansan los soldados caídos. Al otro lado de la calle está el cementerio turco, originalmente un cementerio militar otomano.

Cerca de la estación Gare du Nord, la antigua prisión, que funcionó de 1941 a 1977, es tristemente célebre por el atroz programa experimental de reeducación mediante tortura al que se sometió aquí a los opositores políticos entre 1949 y 1951. El mismo programa, en el que todos eran víctimas y torturadores, se aplicó posteriormente en las prisiones de Aiud y Gherla, en Transilvania. Allí se construyó un monumento conmemorativo que se abrió al público en 2014. Los locales se han conservado prácticamente intactos, con documentos y testimonios. Una visita emotiva.