Qué ver y hacer Oeste Y Barotselandia

Para preservar el entorno salvaje del parque y minimizar el impacto negativo del turismo, African Parks ha introducido un sistema de cuotas que sólo permite la entrada de 25 vehículos al mismo tiempo. Por ello, se recomienda reservar la visita por correo electrónico o por teléfono. En cualquier caso, tendrá que ir a la oficina del parque para obtener un permiso de excursión y pagar la entrada, que se encuentra en la salida de Kalabo. Hay campamentos comunitarios, incluido el de Sibika, con nuevos chalés permanentes.

El palacio que ocupa el rey lozi durante la estación seca (de julio a marzo) está situado a 13 km de Mongu, en el corazón de las llanuras aluviales, lo que obliga al pueblo a trasladarse a Limalunga durante las lluvias. La nueva carretera que une Mongu con Kalabo y Angola facilita el acceso a Lealui. Lealui es un pueblo típico de cabañas, de las cuales la cabaña del rey es ligeramente más grande. La acogida es calurosa y los visitantes deben mostrar respeto por la corte del rey. Renovada en 2017, se puede visitar con cita previa los días laborables.

La residencia del rey lozi, o Litunga, y su corte (el kotu) durante la estación lluviosa tiene un aspecto más moderno e imponente que el palacio de verano. Los guardias vigilan el edificio durante la estancia del rey, entre marzo y junio. Lamentablemente, el interior del palacio no se puede visitar. Limulunga está a 15 km al norte de Mongu por una carretera asfaltada. Los minibuses circulan constantemente entre las dos ciudades. Es, por supuesto, uno de los principales escenarios de la ceremonia kuomboka, que celebra el cambio anual de residencia de un rey a otro.

Esta asociación representa a unos 3.500 artesanos de la Provincia Occidental y pone a la venta su producción de tallas de madera, metalistería, tejeduría y cestería. Esta última es especialmente atractiva. Las cestas y los cestos de la región se cuentan entre los más finos de África, ya que los artesanos han heredado las ancestrales técnicas de tejido utilizadas por los pescadores para fabricar sus redes. Los precios son razonables y todos los beneficios de la venta de los artículos se donan a las comunidades locales.