Los más bellos parajes naturales por descubrir Costa Del Capricornio

Nosy Satrana es una isla pequeña y casi desierta, situada a unos cuantos centenares de metros al sur de Anakao. Algunas tumbas coronan su cumbre oriental. Los principales ocupantes del sitio son las garzas. Con la marea baja es posible pasar del continente a la isla, y los pastores conducen sus rebaños de cebúes hasta allí. En muchos lugares el suelo está cubierto de trozos de piedra caliza similares a huevos rotos. De hecho, ¡son pedazos fosilizados de cáscaras de huevo de aepyornis, el antepasado gigante del avestruz!

En el norte de la isla, un gran tamarindo ofrece una sombra que se puede disfrutar durante un pícnic. Se dice que este árbol está habitado por antepasados...

Es agradable detenerse un rato en las playas del noreste para tomar un baño. La bahía de ese sector es de gran belleza. Las canoas se deslizan sobre aguas transparentes. Los fondos arenosos reflejan la luz del sol; domina el color turquesa. Uno piensa inevitablemente en Polinesia... En Madagascar las largas playas de arena fina se extienden hasta el infinito. Este es el dominio de los grandes espacios desérticos.

Situada a tres kilómetros de Anakao, esta larga y llana isla bordeada de playas de arena está actualmente desierta. Los pescadores vezo atracan en ella para descansar o hacer vivac. Hay muchos puntos de interés para explorar; está la playa, siempre acogedora para unos momentos de descanso y para bañarse, pero hay otros lugares. Aquí se viene principalmente para ver el rabijunco común (o el faetón colirrojo). Es una especie endémica que también anida en la isla de Reunión. Cava su nido en la arena, bajo los árboles, para poner huevos e incubar. La isla es un dominio sagrado. A ella se asocian muchos fady, y las masas vegetales más densas de la vertiente noreste albergan casas de la tromba, representativas del culto a la reencarnación y a la posesión. Además, el sitio es histórico. Nosy Ve fue durante siglos una base marítima para traficantes de esclavos, comerciantes y piratas. A finales del siglo XIX, Francia delegó a un résident allí, ya que el rey Lahimiriza se negó a firmar una regulación de la trata de esclavos con el comandante de la marina francesa, Faberty. De aquellas épocas tumultuosas todavía quedan algunos restos: los lavabos de piedra de la résidence, un ancla de tamaño impresionante, las tumbas de los franceses...

Situada a 800 metros del mar, en un bosque de baobabs y didieréacées, a la salida del pueblo de Mangily, la Reserva Natural de Reniala, fundada por un apasionado de la naturaleza, incluye un sendero botánico y una reserva ornitológica. Abarca 60 hectáreas e incluye unas mil especies diferentes de plantas xerófilas (adaptadas al clima seco). El bonito sendero serpentea entre la flora meridional, donde cada planta está identificada con una placa: Delonix, Pachypodium, numerosos baobabs —uno de ellos gigante y particularmente impresionante, apodado la tetera por los visitantes, con una circunferencia de unos trece metros y del que se dice que tiene 1200 años—, ginesta... Los observadores de aves también estarán encantados aquí: hay unas sesenta especies endémicas de aves, entre ellas el tolohoranto, Uratelornis chimaera, y el naka, Monias benschi (sobre todo en octubre). Se puede realizar una excursión especial para avistar aves, con reserva previa y salida a primera hora de la mañana o última de la tarde (calcule unos 50000 Ar por persona). Esta reserva privada conserva desde 2001 más de mil baobabs (¡un edén para estos árboles tan amenazados en la región!). La reserva alberga también el Lemur Rescue Center, un centro de conservación de los lémures de cola anillada. Están en jaulas, ya que han sido extraídos de las redes de tráfico de animales y están siendo rehabilitados en la naturaleza. ¡La reserva natural de Reniala merece realmente ser conocida!

Aunque está separada del mar por sólo 10 metros de roca, el agua que fluye por la cueva es dulce. Se dice que procede de los Siete Lagos Sagrados, al final de un viaje subterráneo de 70 kilómetros. Los peces de agua dulce han encontrado refugio aquí. En principio, es fady bañarse, pero los turistas tienen derechos que los malgaches no, y puedes darte un chapuzón. No olvide dar al menos 1.000 Ar por persona al guarda (quizá más con la inflación).

Una leyenda está ligada a este lugar sagrado. "Había una vez un gran pescador... Y cada vez que volvía del mar, una tromba se le acercaba por la noche para decirle: "Si te pones de acuerdo conmigo, haré algo..." Y cada vez el pescador se negaba. Pero la tromba volvía cada noche para repetir su petición. Así durante mucho tiempo. Un día, el gran pescador dijo: "¡Vale! Entonces la tromba le dijo: "Ve a la cueva con toda la gente del pueblo, celebra la tromba, trae ron, canta, ofrece sacrificios, baila... Yo haré algo" El pescador hizo todo lo que la tromba le había pedido. Y mientras la música festiva resonaba en la noche, de repente aparecieron en el fondo de la cueva una vaca completamente blanca con la cabeza negra y un ternerito blanco con la cabeza negra. Estos dos animales mágicos se fueron con el gran pescador, que se convirtió en maestro de la tromba y ganó amor, fortuna, salud y felicidad

Desde entonces, los aldeanos acuden aquí para pedir deseos y arrojar comida y monedas a los peces..

Esta zona protegida se encuentra a unos quince kilómetros de Tuléar. Se han trazado varias visitas guiadas, entre ellas la "Montaña de la Mesa", que ofrece una vista panorámica de 360° de la costa y el interior. Los otros circuitos, "Las cuevas" o "La península de Sarodrano", permiten descubrir una avifauna excepcional o conocer las actividades vinculadas al cultivo de algas. Magnífica panorámica con el recorrido "Bahía de San Agustín".

Gestionado por la asociación belga HONKO, la ONG inglesa Reef Doctors y las comunidades del pueblo, este lugar permite descubrir un ecosistema muy rico: el manglar (bosque costero formado por diversas variedades de manglares). hay 3 rutas para visitarlo, por senderos o en todoterreno a través de los canales. Se pueden observar muchas aves. La protección del manglar es de vital importancia ecológica para la supervivencia de este ecosistema tan rico. Se trata, por tanto, de una visita interesante y de una muy buena acción.

Esta reserva de 600 hectáreas es una de las más pequeñas del país, y puede recorrerse en cinco senderos de 1 a 4 horas de marcha. Ha albergado 102 especies de aves (entre ellas el gavilán de Madagascar, en peligro de extinción) y 39 especies de mamíferos. Ahora es un centro de investigación científica. Puede hacer calor. Más adelante se llega a los Siete Lagos Sagrados, cuyas aguas, según se dice, conducen por una ruta subterránea a la cueva de Sarodrano, a 70 km de distancia.