Qué ver y hacer Sauraha

Todos los días, los mahouts llevan a sus viejos elefantes al pequeño río Rapti Oriental para que se den un baño, pagado por los turistas que acuden a interactuar con ellos. Un momento de relajación y juego para los paquidermos, que ladran de alegría. Los visitantes pueden masajearle con un guijarro (una especie de estropajo para rascarle, le encanta) y luego subirse (sin montura) para que le rocíen. Los mahouts son miembros de una cooperativa, el precio es fijo por grupo, y es una buena alternativa a un safari en elefante sin dañar a los paquidermos.

Los alrededores de Sauhara ofrecen hermosos paseos y la oportunidad de descubrir el modo de vida de los tharu, un pueblo hindú procedente de Rajastán que se asentó en Nepal tras huir de la invasión musulmana de la India en el siglo ^X. Su presencia en el Terai se remonta a la Edad Media. Su presencia en el Terai se remonta a la Edad Media. El poblado tharu, abierto a los visitantes, puede parecer un poco artificial, pero permite conocer la vida de este pueblo, muy discreto. Alberga un pequeño museo, que no es más que una casa tradicional de bahareque con objetos cotidianos.

Inaugurado en 1987, el Centro de Cría es uno de los primeros de su clase en el mundo. A cada elefante se le asignan tres cuidadores: el phanit o conductor, el segundo conductor llamado patchghua, que alimenta al paquidermo, y el mahout, que limpia las cuadras. Pero son elefantes destinados a ser domesticados. Los encadenan, incluso a los más pequeños, y los encierran en cobertizos de hojalata, y el espectáculo es digno de contemplar, a pesar de la tradición de safaris en elefante que aún existe. Algunos lodges han abandonado esta práctica por consideraciones éticas.