Monumentos a visitar Etiopía

El inmenso edificio exigido por el fundador de Gondar domina el resto de construcciones distribuidas en los 70 000 m2 del complejo. De planta cuadrada, flanqueado por cuatro torres angulares y un imponente mirador cuadrado, el palacio está rematado por muros almenados que le dan el aspecto de una fortaleza. Construido con mampostería irregular, el palacio presenta una combinación de influencias arquitectónicas y decorativas axumitas, portuguesas e indias. La planta baja elevada, a la que lleva una escalera monumental, alberga un gran vestíbulo. Este está dividido por un tabique perforado por una chimenea que delimita el espacio de hombres y mujeres. En la pared, una cruz de David recuerda que el emblema fue adoptado por la dinastía imperial etíope. El primer piso da a una amplia terraza donde se celebraban las ceremonias religiosas, y la pequeña sala contigua habría sido la sala de oración del rey, cuyo pequeño balcón era utilizado por el emperador para dirigirse a sus súbditos. Una escalera conduce a la cámara real y una segunda terraza —a 32 m del nivel del suelo— ofrece una vista panorámica de la ciudad y de las orillas del lago Tana a lo lejos.

Situada en el corazón de la ciudad, la ciudad real, de siete hectáreas, clasificada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1979, está rodeada de murallas. Incluye varios castillos correspondientes a los reinados de diferentes emperadores. Hay pocas explicaciones en el lugar y recomendamos encarecidamente llevar un guía para esta visita. Se quedará con usted todo el día en los alrededores. En África, es un lugar único en su estilo.

Solo quedan unas pocas ruinas de lo que fue el palacio del rey durante su corto reinado de 1607 a 1632. Lo construyó Pedro Paez, un jesuita español enviado desde Goa como misionero a Abisinia. Se hizo amigo del emperador Susenyos, quien lo invitó a su corte en Axum en 1609 y más tarde, con su ayuda, se convirtió al catolicismo. Como agradecimiento, el emperador le ofreció un terreno en Gorgora. Pedro Paez, dotado de conocimientos de arquitectura, hizo construir la iglesia jesuita de Debre Sina y el palacio de Susenyos.

El mercado, que se encuentra a 1 km al sur del Lewi Resort, empieza cada mañana a partir de las 6.30 h. Los pescadores negocian sus capturas nocturnas, tilapias y peces gato, pescados que reflejan la riqueza de las aguas del lago. Además de compradores, los barcos transportan innumerables aves tras ellos, incluyendo a los inevitables marabúes, siempre dispuestos a comerse el fruto del esfuerzo de los pescadores. El mercado se celebra los lunes y jueves.

Este pequeño edificio, con su techo de chapa, alberga un asombroso monumento de piedra de unos 2,5 m, grabado con un texto en tres idiomas —ge'ze, sabeo y griego— conocido como la «piedra Ezana». Un granjero la encontró en 1981 cuando araba su campo. La inscripción de la estela relata el episodio de la batalla contra los beja y otros enemigos del reino, así como la expansión del cristianismo bajo el reinado del soberano. Otro pasaje advierte a quien quiera destruir el edificio, condenándolo a una maldición...

Un ejemplo casi similar de estela grabada se encuentra en el pequeño jardín de Ezana, en el centro de la ciudad. Fue colocada allí por los italianos entre otros restos varios.

Conocida como «piscina de la reina de Saba», este embalse habría sido lugar de baño para la reina de Saba hace tres mil años. La otra versión es que fue excavada a principios del siglo XV como depósito de agua por el sacerdote Abuna Samuel. Tallado en la roca por un lado y construido por el otro, este embalse, que ha sido rediseñado muchas veces, es el punto de encuentro del gran festival de Timkat.

Yekatit 12 significa "19 de febrero" en amárico. Conocido como el Monumento a los Mártires o Sidist Kilo, como el barrio que lo rodea, el obelisco es un monumento conmemorativo de la masacre de Graziani llevada a cabo por los italianos durante la ocupación en 1937. Rinde homenaje a todos los resistentes y héroes de aquella guerra. Tras el armisticio de 1945, Haile Selassie depositó aquí cada año una corona de flores. Si se fijan en los detalles del obelisco, verán escenas en relieve de la masacre y el funeral de las víctimas, así como un león de Judá.

Este original edificio es obra de Aba Jifar, el sexto gobernante de una poderosa dinastía oromo musulmana establecida en el siglo XVIII. Reinó de 1877 a 1933, fue el último de la dinastía e invirtió en este palacio 400 kg de oro y 65 000 monedas de plata María Teresa, la moneda en uso en ese momento. El hombre, que impresionaba por su altura (210 cm), mantuvo su potestad a pesar de la expansión del reino cristiano gracias a sus relaciones amistosas con el emperador Menelik II, a quien sin embargo tuvo que pagar importantes impuestos. La estabilización de su poder también implicó su unión con seis mujeres de diferentes provincias vecinas. A su muerte, el emperador Haile Selassie se hizo cargo de la administración de la provincia, poniendo fin a esta dinastía.
Fuertemente influenciado por la arquitectura india, el edificio incluye, en la planta baja, la mezquita familiar y el salón de recepción, donde se puede ver una ventana más alta que las otras, lo que le permitía al gigante observar el exterior. La primera planta está ocupada por la sala de audiencias y los apartamentos privados distribuidos alrededor de un patio interior. El complejo está dominado por una torre de vigilancia cuyas ventanas se abren hacia las provincias vecinas de Choa, Kaffa y Welega, así como hacia la ciudad de Jima, al sur. Aunque el conjunto es un poco parco en mobiliario, el palacio vale la pena por su originalidad y por el punto de vista que ofrece de la ciudad. La tumba del soberano se encuentra en el camino que conduce al palacio, a aproximadamente 1,5 km de distancia.

De este período queda una gran sala de banquetes, en parte restaurada tras los daños causados por los bombardeos ingleses, y las cuadras. El castillo de Mentewab, decorado con motivos religiosos, sirve ahora como biblioteca y sala de exposiciones.

«Aquel ante el que se inclina el mundo», como su título indicaba, es considerado el mayor gobernante del periodo gondariano, lo que le valió el nombre de Iyasu el Grande. El doctor Charles Poncet, enviado de Luis XIV que visitó al soberano, describió el esplendor de su corte. Su palacio, decorado con marfil, piedras preciosas y ricos muebles, era considerado el más suntuoso de todos. Arquitectónicamente, la originalidad del edificio rectangular radica en su techo abovedado, cuyos arcos aún se pueden ver. Entre los edificios en ruinas, en los baños turcos cubiertos resistieron incluso los colgadores que una vez llevaron la ropa de estos ostentosos gobernantes.

Mekele es uno de los ejes del comercio de sal de Danakil. Para encontrarse con una caravana en el momento de la entrega hay que ir al desierto de Danakil, en el lago Assal, o al mercado de sal de Agulae, a 35 km de Mekele, donde algunos mayoristas compran la carga antes de distribuirla por la ciudad. Un bloque de 4-5 kg de sal se comercializa entre 20 y 25 birrs.

El mercado, que antes solía ser un espacio abierto, se organiza ahora en multitud de pequeños puestos de uralita que le han hecho perder parte de su encanto. El mercado permanente de especias merece una visita. Aunque no haya un día específico para la llegada de los caravaneros, el lunes suele ser el mejor día para cruzarse con ellos.

El de los lunes es uno de los mercados más famosos de Etiopía, que ha dado nombre a una escala pentatónica y a muchas canciones. Bati es un nombre mágico, evocador de mil olores, un encuentro inmemorial de los diferentes pueblos —afar, oromo y amhara— de las tierras bajas donde serpentea el río Awash o las altas mesetas de Wollo y Choa. Bati es una Wenna Dega, lo que significa una altitud media, y la temperatura es muy suave. En realidad, el mercado se compone de tres mercados muy diferentes: el mercado de cereales (tef, cebada, trigo y avena entre otros), el mercado de ganado (ovejas, cabras, cebúes, camellos y asnos) y el mercado del público en general donde se pueden encontrar extraordinarias variedades de miel, muy buena mantequilla, incienso natural barato, ropa de algodón tejida y bordada, bonitos taparrabos de colores, bonitas joyas artesanales, cuchillos de tamaños imponentes y de alta calidad con estuches de piel de cabra, tallados en forjas improvisadas, arcillas medicinales reservadas a las mujeres, tomates verdes, cebollas rojas, mesob de cestería con tapas para presentar platos, cestas y diferentes tipos de alcohol de miel o kosso, así como todo tipo de cosas y, por supuesto, una gran cantidad de coloridas baratijas apiladas bajo toldos para protegerlas del sol.

Antes de las diez de la mañana, hace menos calor y hay menos gente, ya que muchos caminan más de cinco horas para llegar al mercado. A los nómadas se les pide que dejen su kalashnikov en casa, cosa que hacen. No hay problemas de seguridad, pero es aconsejable ir acompañado por una persona local o un traductor amable, ya que puede ayudar a sacar fotos, por ejemplo, o negociar precios decentes, incluso si esto significa comprar más cosas por un precio más bajo.

Cuando se cierra un trato, se estrecha la mano del comerciante y se dice gezo. Hay joyas tanto de níquel como de plata, así como bonitas monedas con la efigie de María Teresa de Austria, que a menudo forman colgantes.

Al final del mercado, cuando el calor es sofocante, se puede ver a los hombres saciando su sed con tella (una cerveza tradicional bastante ligera) y, con un poco de suerte, un azmari vendrá con su esposa y su instrumento. También se puede comprar mucho khat y ofrecérselo a los amigos etíopes.