shutterstock_469054331.jpg

Características atípicas

El pueblo esloveno es mayoritariamente anglófono. La ausencia de doblaje y la emisión sistemática de programas extranjeros en versión original con subtítulos fomentan esta cultura, al igual que el aprendizaje precoz de idiomas en la escuela primaria. Además, los eslovenos conceden gran importancia a la estructura familiar: muchos hogares viven en Liubliana o Maribor durante la semana antes de volver al hogar familiar el fin de semana o en vacaciones. La protección del medio ambiente es una de las principales preocupaciones del país, con clases de educación cívica y clasificación de residuos desde la escuela primaria. Políticamente, Eslovenia está muy dividida, con una fragmentación de ideologías y partidos. Por último, los eslovenos son muy deportistas. El deporte contribuye al desarrollo del estilo de vida esloveno. La sociedad eslovena concede una gran importancia filosófica al deporte, que considera una forma de bienestar y de comunión con la naturaleza. Este espíritu cuenta con el firme apoyo del Ministerio de Educación, Ciencia y Deporte, que define el deporte como una cuestión clave de salud, social y educativa. También se trata de expresar una forma de identidad más integradora.

El peso de la historia: minorías con amplia mayoría de los Balcanes

La minoría serbia -unas 39.000 personas, el 2% de la población total- se asentó en territorio esloveno a partir del siglo XVI, en la época de la invasión otomana. La emigración continuó a lo largo de los siglos y aumentó durante el periodo de Yugoslavia. Esta inmigración, a menudo económica, les ha impedido alcanzar hasta hoy el estatus de minoría nacional. Entre las figuras notables de esta minoría figuran el ex alcalde de Liubliana Zoran Janković y el portero de la selección eslovena y del Atlético de Madrid Jan Oblak.

La minoría croata -36.000 personas, el 1,8% de la población total- se estableció de forma permanente en la época en que Eslovenia y Croacia eran una sola. Se trata de una antigua política de asimilación, que obviamente no va de la mano del estatus oficial de minoría nacional. Las tensiones políticas entre ambos países desde sus respectivas independencias no han perdonado a la minoría croata. Sin embargo, algunos de ellos han conseguido hacer carrera, como el eminente historiador del arte Izidor Cankar y el ex ministro del Interior Dragutin Mate.

La minoría bosnia -32.000 personas, el 1,4% de la población total de Eslovenia- vive principalmente en Liubliana. Los flujos migratorios fueron continuos en el siglo XX debido a la mejora de la situación económica de Eslovenia. El portero de la selección bosnia y del Inter de Milán Samir Handanovič es uno de ellos.

La minoría albanesa -6.200 personas- se formó en la época de la caída del Imperio Otomano, en un contexto de persecución de las poblaciones musulmanas. Siguió creciendo durante los episodios de tensión étnica que marcaron la desintegración de Yugoslavia. Durante mucho tiempo relegada al ostracismo de la sociedad eslovena, su situación ha mejorado considerablemente en las últimas décadas, aunque sin alcanzar ningún estatus oficial.

En general, Eslovenia ha intentado promover una política de asimilación de estas poblaciones minoritarias para borrar cualquier nostalgia de una identidad supranacional. La pervivencia de esta herencia -sobre todo a través del uso del serbocroata por parte de alrededor del 5% de la población- ha tendido a disminuir en los últimos años debido al deseo de la juventud eslovena de mirar hacia un futuro más occidental.

De pequeñas minorías a la oficialidad

La minoría húngara - 6.300 personas - está reconocida por el Estado esloveno. Desde mediados de los noventa se aplica una ambiciosa política cultural, basada en la organización de exposiciones y festividades conjuntas. El bilingüismo esloveno-húngaro está reconocido por la Constitución eslovena y está permitido en los municipios de Dobrovnik, Hodos y Lendava. En Lendava, por ejemplo, no es raro encontrar nombres de calles en húngaro. Varias escuelas también enseñan magiar como lengua cooficial.

La minoría italiana - 2.300 personas - está reconocida oficialmente por la Constitución eslovena. La mayoría vive en la costa eslovena. El bilingüismo está permitido en los municipios de Koper, Piran, Izola y Ankaran. El italiano se enseña junto con el esloveno en las escuelas de estos municipios. La influencia del país vecino también se deja sentir en el ambiente local, con una gastronomía típica y la promoción de un espíritu más mediterráneo que en el interior.

Aislamiento lingüístico y nuevas perspectivas

El esloveno es la única lengua oficial del país. Es una lengua eslava que se habla no sólo en Eslovenia, sino también en las regiones fronterizas de Friul-Venecia Julia (Italia) y Carintia (Austria). Toma prestado un tercio de su vocabulario del serbocroata y también tiene influencia latina. Es una lengua difícil de aprender, exportada sólo marginalmente, con muchas declinaciones y una acentuación muy particular.

En general, los eslovenos tienen un muy buen nivel de lenguas extranjeras. El inglés es ahora obligatorio en el programa escolar. La segunda lengua más estudiada es el alemán (34% de los alumnos). Las lenguas eslavas, como el serbocroata, son utilizadas sobre todo por las generaciones mayores, mientras que el italiano ha experimentado un verdadero crecimiento desde la década de 2010 (15% de los alumnos). El aprendizaje de la lengua de Molière no ha dejado de disminuir desde principios de la década de 2010.

Nacimiento del sentimiento de "yougonostalgia" en Eslovenia

Se trata de un fenómeno cultural, sociológico y antropológico que pone de relieve la nostalgia positiva y negativa del pasado yugoslavo. El sentido de la solidaridad, el compromiso con la no alineación y el recuerdo del socialismo con "rostro humano" se oponen a la corrupción estatal y a la represión de las libertades. En el caso de Eslovenia, merece la pena leer el documentado artículo de Boštjan Rogelj sobre el tema, publicado en 2017. Ofrece una lectura equilibrada del recuerdo yugoslavo en Eslovenia, que procede sobre todo de círculos familiares y todavía se trata relativamente poco en las escuelas secundarias y universidades. Esta fascinación por el pasado unido de los Estados eslavos del sur también se manifiesta en su dimensión turística, con el desarrollo de un itinerario urbano que permite a los visitantes descubrir el patrimonio yugoslavo de Liubliana.