Qué ver y hacer Munténie

Es la pequeña joya del centro histórico. Construida en 1724, en estilo brâncovenesc, es un magnífico ejemplo entre los muchos edificios que aparecieron durante el siglo de los fanariotas, los gobernantes impuestos por los turcos. La fachada está ricamente decorada con columnas talladas, medallones y múltiples motivos vegetales. El interior también es notable, cubierto de frescos y dotado de un hermoso iconostasio de madera tallada. El modesto tamaño del edificio, la oscuridad que reina en él y el juego de luces para resaltar los iconos le confieren una atmósfera muy especial.

Esta residencia de verano del rey Carlos I y su esposa Isabel se ha convertido en uno de los lugares más visitados de Rumanía. Fue construida entre 1873 y 1914, según los planes bastante locos de Doderer y Schultz. Su primera inauguración tuvo lugar en 1883, después de lo cual fue ampliada bajo la dirección del arquitecto checo Karel Liman. A la vanguardia de la modernidad de su tiempo, Peleș fue el primer castillo de Europa en tener electricidad y calefacción central. Carol I murió allí en 1914. Bajo el comunismo, la residencia real confiscada fue utilizada como lugar de vacaciones por los cuadros del partido. Los invitados distinguidos, como los jefes de estado extranjeros, eran a menudo bienvenidos. El efecto de este alto edificio, encaramado en su entorno verde, es inmediato en el visitante, asombrando la vista con sus torres, agujas y casas de entramado de madera. En el estilo neorrenacentista alemán, también está influenciado por los estilos italiano, oriental, francés y gótico. Las 160 habitaciones del edificio se caracterizan por sus ricos ornamentos de madera, que también se encuentran en las fachadas. Es impresionante la abundancia y diversidad de estatuas, cerámicas, jarrones preciosos, armas, vitrales, tapices y porcelanas. Entre las habitaciones más bellas, visitará el salón de honor, caracterizado por sus bellas decoraciones de nogal tallado, o la biblioteca, todo en madera, absolutamente magnífica. En la sala de recepción se exponen modelos de madera de dieciséis castillos pertenecientes a la familia Hohenzollern (la familia de Carol I). La armería exhibe colecciones de armas europeas y orientales desde el siglo XV en adelante. También le encantarán las vidrieras de la sala de música, la sala florentina con sus decoraciones de madera dorada y mármol, la sala morisca con sus muebles con incrustaciones de mármol, y el teatro donde tuvo lugar la primera proyección de una película del país en 1906. La finca de Peleș incluye varios otros hermosos edificios, también construidos por Carol I: además del castillo de Pelișor o las numerosas dependencias convertidas en hoteles o restaurantes, está el castillo de Foișor, una casa de caza utilizada en su tiempo por Ceaușescu. Hoy en día es una residencia ceremonial del Estado rumano, que no está abierta al público. El parque en Peleș puede ser visitado gratuitamente. Los jardines de estilo renacentista italiano, dispuestos en terrazas, realzan el castillo, que parece salido directamente de un cuento de hadas, particularmente bien.

Fundado en 1936, el Museo del Pueblo (Muzeul Satului) ofrece una inmersión en la vida campestre en pleno centro de la capital. Al igual que el Museo del Campesino Rumano (los dos son realmente complementarios), le permite descubrir la riqueza del mundo rural, pero esta vez al aire libre. Casas típicas de diferentes partes del país se reúnen en un parque de 14 hectáreas, que se extiende a lo largo de las orillas del lago Herăstrău. Tejados de paja de los montes Apuseni, portales de madera de Transilvania y Maramureș, columnas talladas de la región de Târgu Jiu, una casa lipovena cubierta de cañas, cabañas de pastores… todo eso encontrará en este parque. También verá molinos, pozos, prensas e iglesias de madera. Todas estas construcciones (¡no menos de 380!) fueron transportadas desde sus respectivas regiones. Las más antiguas datan del siglo XVII y las más recientes de principios del siglo XX. El lugar es un poco estereotipado, pero es muy agradable pasear por este hermoso parque y muy interesante poder entrar en las viejas casas (ojalá pueda experimentar ese mismo placer en el campo de verdad). Con bastante frecuencia se celebran ferias, fiestas tradicionales, bailes folclóricos y actuaciones musicales. Incluso podría tener la oportunidad de formar parte de los videoclips que suelen venir a filmar los canales de televisión especializados, como Etno TV o Favorit. Un consejo: la tienda de recuerdos en la entrada ofrece una audioguía de pago. También existe una aplicación móvil que se puede descargar.

Sin duda, es uno de los mejores museos de Bucarest. Diseñado por el pintor y fotógrafo Horia Bernea después de la revolución, llegó a ser declarado «Museo Europeo del Año» en 1996. Está ubicado en un imponente edificio de estilo neorrumano que anteriormente albergó el Museo del Partido Comunista Rumano durante los cuarenta años que duró el régimen. Una sala, con pinturas y esculturas típicas de dicho período, recuerda esa etapa. Pero el Museo Nacional del Campesino Rumano (Muzeul Național al Țaranului Român) nació sobre todo con la vocación de revelar toda la riqueza del mundo rural del pasado y del presente. Aquí se expone artesanía, folclore y arquitectura de las diferentes regiones rumanas. Descubrimos la vida cotidiana de los campesinos, las aulas escolares, los trajes, los iconos religiosos, las herramientas, los huevos pintados, las alfombras… Es una visita imprescindible, sobre todo si su estancia en Rumanía se limita a unos días en la capital. Lamentablemente, la exposición permanente ha estado cerrada por obras desde 2016 y se desconoce su fecha de reapertura. Sin embargo, las exposiciones temporales, que a menudo son muy interesantes, así como la tienda y el buen restaurante con especialidades tradicionales, siguen siendo accesibles.

Hermosos mercados de artesanía se celebran varias veces al año, sobre todo en Semana Santa y en Navidad. Además, la tienda del museo es una de las mejor surtidas de la ciudad. Disponen de unos excelentes CD de música folclórica.

Fundado en 1715 por el erudito metropolitano Antim, es uno de los monasterios más bellos de Bucarest. Vale la pena contemplar las características del estilo brâncovenesc, las discretas pero ricas esculturas florales, así como las hermosas pinturas de la Natividad (que datan de 1812, como muchos los edificios que forman el complejo monástico). El monasterio está oculto por los bloques de viviendas construidos en los años ochenta. Para hacerles espacio, el edificio que albergaba a los monjes se desplazó 20 metros. Las calles circundantes, que escaparon a la destrucción, ofrecen una visión del pasado encanto del barrio.

Un excelente museo, recientemente modernizado y muy popular entre las familias bucarestinas. Aquí podrá ver ejemplares de las principales especies del país (oso, lobo, esturión, pelícano, lince, etc.), disecadas e insertadas en dioramas que recrean su entorno natural. Otros se conservan en formol. Una sección está dedicada a la fauna del mundo. También hay una gran colección de insectos, así como imponentes esqueletos de paquidermos prehistóricos, entre ellos el de un deinotherium, único en el mundo.

Dedicada a los arcángeles Miguel y Gabriel, la iglesia armenia (Biserica Armenească) fue construida en 1915. Recientemente renovada, ha recuperado su blancura. En el patio hay un busto dedicado al general Andranik (1865-1927), héroe nacional armenio. También alberga un museo dedicado a la historia de la antaño importante comunidad armenia del país. Formada principalmente por pequeños artesanos y comerciantes, ha dejado un valioso patrimonio arquitectónico, visible en los alrededores, en el bellísimo barrio Armenio, que comienza aquí y se extiende a lo largo de la avenida Moșilor.

Este fue el escenario de un momento decisivo de la revolución de 1989. El 21 de diciembre, desde el balcón del Partido Comunista, Ceaușescu pronunció un discurso, el último. Interrumpido por las protestas de la multitud, huyó en helicóptero al día siguiente tras una noche de sangrienta represión. En el centro de la plaza, un monumento renacentista rinde homenaje a las víctimas. En una esquina también se pueden ver los restos de un hermoso edificio incendiado durante la revolución, que se supone albergaba a la Securitate. Renovado, se le ha añadido una torre de cristal.

Situada en la carretara a Bucarest, la antigua mansión (conac) de los Goleşti, una gran familia de boyardos, merece una visita. Construida en 1640, presenta una interesante arquitectura tradicional con influencias orientales. En su interior se recrea la vida de la familia. También encontrará una exposición de arte popular e historia, una bonita iglesia del siglo XVII (Sfânta Treime), baños turcos de 1807, los únicos en Rumanía, y también un museo al aire libre dedicado al vino, con 12 hectáreas de extensión, testigo de la actividad local vinculada a huertos y viñedos.

Situado en la colina de Cotroceni y rodeado por un hermoso parque, este palacio es la residencia del presidente de la República desde la década de 1990. Construido en estilo neoclásico en la década de 1890 para el príncipe Fernando, fue diseñado por el arquitecto francés Paul Gottereau. Posteriormente se añadieron elementos neorrumanos. La visita completa incluye el salón de honor, las cocinas, el sótano, la biblioteca del rey y varios salones. El dormitorio de la reina María y el salón oriental son los dos puntos culminantes de esta maravillosa visita.

Tranquilo y encantador, es uno de los barrios más bonitos de la ciudad, donde las calles ostentan los nombres de grandes médicos e investigadores. Es un lugar ideal para pasear, sobre todo por las calles Sfântul Elefterie, Joseph Lister y Romniceanu. Se trata de una zona residencial, sin tiendas, salvo algunas bonitas cafeterías, conformada por grandes mansiones construidas a partir de finales del siglo XIX en diversos estilos: neorrumano, neomorisco y art déco. Los plátanos que bordean las calles ofrecen una agradable sombra en verano.

Abierto al público en 2016, veintisiete años después de la caída del dictador, el palacio de Primavera (Palatul Primăverii) fue su residencia privada durante un cuarto de siglo. Situado en un barrio reservado a la nomenklatura, fue construido a mediados de los años sesenta y ampliado en los setenta. Cuenta con unas 80 salas, y la visita guiada, de 45 minutos de duración, permite recorrer una quincena de ellas. Los interiores, decorados en estilo renacentista y rococó, son lujosos y confortables, con cuadros de maestros locales, tapices de seda hechos a mano, suntuosas arañas de cristal, objetos de arte de todo tipo y bellos mosaicos, como los que adornan la piscina cubierta. Durante la visita pasará por las oficinas, los salones, el comedor, el jardín de invierno… Una escalera de mármol conduce a la planta superior, donde cada uno de los tres hijos de Ceaușescu tenía su propio pisito, con dormitorio, estudio y cuarto de baño. Los cónyuges también tenían su suite privada, así como un cuarto de baño bañado en oro cuyo descubrimiento después de la revolución supuso un escándalo mayúsculo. También podrá visitar la sala de cine, el amplio vestidor de la pareja y, junto a la piscina, la bañera de hidromasaje, la sauna y la cabina de bronceado. En el exterior, los pavos reales aún deambulan por el jardín: ¡son los descendientes de los que vivían allí en tiempos de Ceaușescu! También existe la opción de una visita completa, por una suma mayor, que incluye la sala de trofeos, el búnker y el túnel subterráneo.

Se trata de torre de 23 plantas y 80 metros de altura que se erigió bajo el régimen de Ceauşescu en asociación con el grupo estadounidense Intercontinental. Su construcción se inició cuando el dictador decidió que una capital debía contar con una estructura de este rango. La primera torre de la ciudad, inaugurada en 1971, aparecía en la portada de todas las guías turísticas de Bucarest como prueba de su modernidad. Durante la revolución, acogió a muchos periodistas extranjeros que, desde los balcones, veían como los soldados disparaban contra la multitud.

Rodeado por un imponente muro de fortificación, fue construido entre 1690 y 1695 por el príncipe Mihai Cantacuzino a su regreso de una peregrinación a Jerusalén y el Sinaí, de ahí su nombre. Una nueva iglesia con fachada roja forma parte del complejo. Fue restaurada en 1903 por el arquitecto francés Lecomte du Nouÿ, que la modernizó añadiendo cerámicas, esmaltes y pinturas. La iglesia más antigua, más pequeña, es de estilo brâncovenesc. El monasterio de Sinaia alberga también la primera Biblia traducida al rumano (escrita en cirílico), que data de 1668.

Construido por el príncipe Brâncoveanu a principios del siglo ^XVIII, este palacio tiene una historia accidentada. Tras la muerte del príncipe, sufrió grandes daños durante incendios e invasiones, y en un tiempo se utilizó como posada. Recientemente renovado, alberga seminarios, exposiciones, conciertos y un restaurante. Destacan sus balcones, arcadas y esculturas ornamentales. El color de la piedra y el ladrillo y la armonía arquitectónica general son encantadores. El tejado del edificio principal presenta curiosas chimeneas.

Situado entre la plaza Unirii y el parque Cișmigiu, es el corazón histórico y el punto a partir del cual Bucarest empezó a desarrollarse. Alrededor de la corte principesca, de la que solo quedan ruinas, este distrito atrajo a comerciantes y artesanos a partir del siglo XV. En 1847, un incendio arrasó el barrio, que fue reconstuido por arquitectos extranjeros, en su mayoría franceses, que ayudaron a darle un aspecto europeo. El distrito está atravesado por la calle Lipscani, que en su tiempo fue la calle más comercial de la ciudad. Su nombre viene de Lipsca, o Leipzig. Las calles Şelari (de los talabarteros) y Blănari (de los peleteros), que dan testimonio de las antiguas actividades comerciales y artesanales del distrito, resultan muy interesantes para pasear. Para ir de Lipscani a Blănari, puede tomar la calle Hanul cu Tei (la Posada del Tilo), donde abundan las tiendas de arte y antigüedades. Otros puntos de interés son el caravasar Hanul lui Manuc, la librería Cărturești y la cervecería Caru' cu Bere. Tras haber escapado milagrosamente de la locura destructiva de Ceaușescu, la gente viene ahora a Lipscani para pasear por sus animadas calles peatonales, repletas de agradables terrazas. En los últimos años se ha convertido en una de las zonas más de moda de la ciudad, donde se mezclan los turistas y los bucarestinos, lo que suele conllevar la ganancia de cierto lustre y la pérdida de parte de su alma. De todas formas, sigue siendo uno de los lugares más interesantes para visitar. Las calles tienen un encanto muy especial, donde las ruinas y la dejadez en que se encuentran algunos edificios se mezclan con edificios bellamente renovados. Un verdadero concentrado de la esencia de Bucarest.

El parque está situado al norte de la ciudad y es uno de los más agradables. Inaugurado en 1936, se extiende en torno a una bonita área del mismo nombre que cuenta con una enorme masa de agua compuesta por un grupo de lagos formados por el río Colentina. En invierno, se congela y se convierte en una pista de hielo, mientras que en verano se pueden alquilar barcas para pasear. Los amplios caminos están bordeados de árboles de muchas especies diferentes. Está lleno de terrazas para refrescarse o comer algo. A pesar de su tamaño, los domingos siempre está abarrotado, cuando todos los habitantes de Bucarest parecen reunirse aquí para disfrutar de la naturaleza.

El Museo Nacional de Arte (Muzeul național de artă) se encuentra en el antiguo palacio real, con interiores ricamente decorados. Construido en los años 30 por Carol II, después del incendio del palacio anterior, fue dañado por los bombardeos de 1944. También fue testigo del arresto de Antonescu en el mismo año y de la abdicación del rey Mihai en 1947. Durante la revolución, el palacio sufrió considerables daños y muchas obras fueron destruidas, incluyendo varias pinturas maestras. Fue completamente restaurado en los años 90, junto con algunas de las obras. Es posible visitar ciertas áreas fuera del museo, como el salón del trono o el comedor real. El Museo de Arte está dividido en varias secciones. La galería europea presenta obras de pintores como Greco (La Adoración de los Pastores), Rubens (Retrato de una Dama), Delacroix, Bruegel (La Masacre de los Inocentes), Monet (Camille), Rembrandt, Renoir, Sisley... En la sección de arte medieval rumano, donde predomina el arte religioso, se pueden admirar piezas de gran valor: iconostasios, iconos, objetos de culto... moldavos, transilvanos o valacos, provienen de los monasterios de Horezu, Curtea de Argeş, Snagov... La Galería Nacional de Arte Moderno expone obras de artistas rumanos como Brâncuşi (entre ellos el magnífico Sleep), Baba, Grigorescu, Aman, Pallady o Brauner. Aunque no sepas mucho sobre los artistas rumanos, ¡apúrate! El museo también alberga prestigiosas exposiciones temporales.

Raluca, la iniciadora, ha convertido el piso de sus abuelos en uno de estos bloques de hormigón en un museo de la vida familiar bajo el comunismo. Con abundantes comentarios, la visita se centra en la década de 1980, los años más duros. Habitación por habitación, se puede ver cómo las autoridades se infiltraban en la vida cotidiana de los rumanos, a través del racionamiento, la propaganda y el ingenio (trueque, cocinar y bañarse por la noche...). Se ofrecen paquetes ampliados, con visita al centro o cena comunista. Una experiencia original, instructiva y conmovedora.