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Idiomas..

No en vano, todas las lenguas de las regiones que nos interesan son de origen romance, es decir, derivan del latín utilizado por los romanos en la época de la conquista de la Península Ibérica en los primeros años de la era actual. Sin embargo, la historia del gallego -el galaico-portugués en su forma primitiva- es tanto más interesante cuanto que se escindirá a partir del siglo XIII y dará lugar a la lengua del país vecino, a la que permanece muy próxima. El texto más antiguo que ha llegado hasta nosotros es el conocido como Foro do burgo de Castro Caldelas. Este documento, en el que el rey Alfonso IX concede derechos a la ciudad, menciona 1228, aunque no se sabe si fue el año en que se escribió o el año en que se tradujo.

La Edad Media fue fecunda, ya que la leyenda de Santiago de Compostela, cuya tumba fue descubierta en el siglo IX, según el relato latino Concordia de Antealtares, fechado en 1077, hizo de la región un importante lugar de peregrinación, con un flujo constante de visitantes que traían consigo sus conocimientos. Esto se refleja en la literatura, de la que se dice que está en su Edad de Oro, gracias sobre todo a las aportaciones de los trovadores, que destacaron en el arte de la cantiga.

Estos poemas cantados -cuya música generalmente no ha sobrevivido- se basaban en dos formas precisas -una basada en el estribillo y otra en estrofas-, así como en rimas y una versificación estricta. En las mil obras conservadas,

Resulta que el amor estaba a menudo en el centro de la preocupación, pero el poeta también podía ser crítico con la sociedad con sentido del humor. Los autores cuyo legado ha sobrevivido al paso de los siglos son, principalmente, Martín Codax, Xohán de Cangas y Mendinho, que fueron homenajeados conjuntamente el 17 de mayo de 1998 por la Real Academia Galega, que desde 1963 honra cada año en esta fecha a una personalidad que haya contribuido a la lengua gallega.

Una figura clave es sin duda Alfonso X, conocido como Alfonso el Sabio en francés. Rey de Castilla en el siglo XIII, es también conocido por su aportación literaria, realizada por una parte en gallego(Cantigas de Santa María), y por otra en castellano, lengua que se considera surgida progresivamente desde el siglo IX(Cartularios de Valpuesta) y de cuya normalización y oficialización se ocupó en parte supervisando, en particular, las Siete Partidas, Libro de las Leyes. El castellano gozó de cierta popularidad en la corte durante la Reconquista, pero fue en la época del descubrimiento del Nuevo Mundo cuando se convirtió en el símbolo de la unificación del reino. La publicación en Madrid en 1605 y 1615 por Miguel de Cervantes deEl ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, un texto seminal escrito en castellano, sonó como una consagración. Esto jugó en contra del gallego, cuya influencia estaba decayendo entre la nobleza y del que se decía que estaba entrando en sus Séculos escuros (Edad Oscura).

No fue hasta principios del siglo XIX cuando surgió un Rexurdimento gracias a Rosalía de Castro, la autora romántica (asimilada al provincianismo) de Contos da miña terra (1864) y Follas novas (1880). El renacimiento se confirmó en los años veinte con la generación de Nós (Nosotros), de la que formaba parte, en particular, Ramón Otero Pedrayo (1888-1976), ensayista y escritor de talento que describió minuciosamente la vida en Galicia en Os camiños da vida u O mesón dos Ermos. Su novela más conocida, Arredor de si, le afilia al galeguismo, movimiento regionalista, cuando no nacionalista, y militante. Alfonso Castelao, nacido en 1886 en Rianxo, fue otra figura importante de esta nueva edad de oro, pero su muerte en el exilio en Buenos Aires en 1940 fue también la señal de que la llegada de la dictadura franquista, que duró de 1936 a 1975, sonaría el toque de difuntos para la afirmación de la lengua gallega, que sería prohibida.

... y escritores

No sólo la efervescencia de Galicia se vio ensombrecida por la Guerra Civil, sino que otras regiones también habían aportado a la literatura escritores de renombre, como Leopoldo Alas, fallecido prematuramente en Oviedo, capital de la provincia de Asturias, en 1901, a los 49 años de edad. Debía su apodo de "Clarín" al seudónimo que había elegido cuando empezó como periodista, pero fue con su novela La Regenta (traducida al francés por Fayard), que algunos no dudaron en comparar con Madame Bovary por la sutileza de sus monólogos interiores, con la que alcanzó la fama.

También Cantabria pudo presumir del talento de un autor cuya reputación trascendió las fronteras de la región. Dotado de una inteligencia poco común y de una memoria excepcional, Marcelino Pelayo (1856-1912) estaba destinado a dejar huella en su época, lo que hizo convirtiéndose en crítico. Se dedicó a publicar las obras de uno de los más grandes escritores españoles, Lope de Vega, al tiempo que redactaba una Antología de poetas líricos castellanos que marcó un hito. En una vertiginosa Historia de las ideas estéticas en España, también se esforzó por referenciar todas las corrientes artísticas que habían atravesado su país. Se creó un premio en su nombre para llenar parcialmente el vacío dejado por su muerte.

Por doloroso que fuera, el siglo XX vio surgir a escritores excepcionales, y en 1920 Valladolid escuchó el primer grito de Miguel Delibes, el futuro escritor de la llamada Generación del 36. Humanista durante la guerra, a menudo tuvo que soportar la censura, tanto como periodista como escritor. A pesar de todo, su obra -a la que demasiado a menudo reconocemos la influencia rural omitiendo la fuerza de su estilo a veces vanguardista- ha sobrevivido y puede disfrutarse en francés con la bella editorial Verdier: Le Chemin, Le Fou, L'Étoffe d'un héros, Cinq heures avec Mario, etc. Delibes fue galardonado con el Premio Nadal en 1947 por su primera novela, La sombra del ciprès es alargada, pero no recibió el prestigioso Premio Nobel de Literatura, que en cambio fue concedido a su contemporáneo Camilo José Cela, nacido en Galicia en 1912 y fallecido en Madrid en 2002. El autor de La familia de Pascal Duarte (Puntos), la segunda obra española más traducida en el mundo después de El Quijote, también ha sido publicado por Verdier(Faenas, L'Aficionado, Toreros de salón) y por Gallimard(Voyage en Alcarria, La Ruche).